El turismo sexual con menores es una práctica "bastante generalizada" en los países pobres. Así opina un 90% de los españoles, y uno de cada 10 tiene buenas razones para creerlo porque conoce de primera mano a alguien que ha incurrido en ese delito. Unicef España reveló ayer estos datos de una encuesta sobre la percepción del fenómeno y animó a los conocedores de estos casos a denunciarlos, ya que el comercio sexual infantil es uno de los pocos delitos extraterritoriales, es decir, perseguible en España aunque haya sido cometido en las antípodas.

Uno de cada cinco entrevistados, de un total de 1.200 que incluye la encuesta, estima que la mayoría de los españoles que viajan por turismo al Caribe y el sureste asiático buscan sexo con menores. También creen que hay demasiada permisividad en algunos sectores de la sociedad hacia este tipo de prácticas.

PENAS A LOS CLIENTES Gabriel González-Bueno, director de movilización social de Unicef, cree fundamental que se incrementen las denuncias contra estos explotadores, para los que un 85% de los españoles pide penas de cárcel. El Código Penal castiga estas prácticas con entre uno y cuatro años de cárcel, que serán cinco en la reforma que tramita el Ejecutivo. No obstante, Unicef pide que se penalice de forma expresa al cliente y no solo al proxeneta, como ocurre ahora.

"Muchos no se atreven a denunciar a los turistas sexuales por condescendencia o temor, ya que son conocidos suyos", subrayó González-Bueno. Aunque la prostitución infantil es un delito en casi todos los países del mundo, no hay datos ni estimaciones de los españoles que viajan a estos países en busca del sexo fácil y barato con menores.

José Francisco Alija, coordinador del estudio, explicó que no está muy definido el perfil del abusador, aunque la mayoría son hombres, de 40 a 60 años. Se ha detectado un aumento de las mujeres que requieren los servicios de adolescentes durante "vacaciones exóticas" en el sudeste asiático, Latinoamérica y, cada vez más, en el este de Europa.

Según González-Bueno, los pederastas recalcitrantes, los más peligrosos, son "una minoría". La mayoría de los turistas sexuales, agregó, no buscan específicamente a menores, pero una vez en el país de destino los frenos morales se debilitan, la coerción social desaparece y acaban haciendo lo que en sus países ni siquiera se les pasaría por la cabeza. Luego, muchos buscan excusas como que así ayudan al pobre niño a salir de la miseria, o que allí "no está tan mal visto".

EL NEGOCIO Casi dos millones de menores son enrolados en redes de prostitución. La práctica mueve 10.000 millones de euros al año, lo que la sitúa como el tercer negocio ilegal más lucrativo, después del tráfico de drogas y el de armas.