El 8% de los jóvenes científicos de élite seleccionados por el ambicioso Consejo Europeo de Investigación (ERC, en sus iniciales inglesas) trabajarán en España. La institución, creada por la UE hace dos años, ha otorgado su primera tanda de inversiones a investigadores que acabaron el doctorado hace entre dos y nueve años. Los recursos son suficientes --hasta 400.000 euros anuales por investigador durante cinco años-- como para que los ganadores puedan formar grupos propios independientes, pero al mismo tiempo han supuesto una dura competencia: había 300 plazas y se presentaron más de 9.000 solicitudes.

Con 24 de los 300 elegidos, podría decirse que España ha quedado relativamente bien parada. De hecho, el citado 8% la sitúa como sexto país, superada por el Reino Unido, Francia, Alemania, Holanda e Italia. Sin embargo, esta posición bajaría mucho si se comparase con la población total (un investigador excelente por dos millones de habitantes).

UN SISTEMA DIFERENTE Para garantizar la objetividad del proceso, el ERC formó 20 grupos disciplinarios de investigadores independientes, muchos de ellos de fuera de la UE. El único criterio de selección era la excelencia científica. "Cuando fui a la entrevista estaba delante de algunos de los mejores economistas", explica Jan Eeckhout, que gracias a esta financiación investigará en la Universitat Pompeu Fabra (UPF). "El ERC marca un gran cambio en la investigación europea: no hay interferencias políticas, todo está en las manos de los científicos y solo cuenta lo bueno que es tu proyecto. Con estas premisas, hay un futuro para la investigación en Europa", añade.

"En Europa hay escasas oportunidades para que los jóvenes investigadores se hagan independientes de sus supervisores", explica Fotis Kafatos, presidente del ERC, que ha alertado de que esto limita la aparición de nuevas ideas y energías. "Las subvenciones ofrecen esta oportunidad", comenta Esperanza Alfonso, del Centro de Ciencias Humanas y Sociales del CSIC, en Madrid. "Hasta ahora, Europa había financiado sobre todo redes de investigadores --agrega Oscar Fernández-Capetillo, del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), en Madrid--. Sin embargo, este modelo no funciona. Una idea científica sale de una persona". Invertir en los jóvenes para renovar la población científica es una apuesta acertada, según Joan Seoane, del Instituto de Investigación del Vall d´Hebron. "La cantidad de solicitudes enviadas muestra cuánto se necesita este tipo de ayuda", resume Lois.

La edad media de los seleccionados es de 35 años y una cuarta parte son mujeres. El reparto por disciplinas se estableció antes de elegir las propuestas y responde al esquema de financiación que se suele utilizar en países con sistemas de I+D desarrollados: 45% para física, matemática e ingenierías; 40% para ciencias de la vida y medicina, y el 15% restante para ciencias humanas y sociales. Este esquema ha dejado espacio a las investigaciones más especulativas. "En estas condiciones, las humanidades son competitivas con las ciencias", comenta Alexander Fidora. "Gracias a este proyecto podré formar un grupo de investigación en matemáticas", agrega Diego Córdoba, de la Autónoma de Madrid.

Los proyectos del ERC no se acaban aquí: a finales de febrero se cierra el plazo para las solicitudes de subvenciones para investigadores en fase avanzada.