Las casas de apuestas en la Comunidad Valenciana, una de las que tiene mayor número de estos locales por habitante, deberán tener porteros -«un control de acceso a pie de calle», según el proyecto de ley aprobado ayer- para evitar la entrada de menores y de ludópatas registrados.

Permitir la entrada de estos dos colectivos pasará de falta grave a muy grave, por lo que las multas empezarán a partir de los 6.000 euros y las sanciones incluyen desde el cierre del local por un plazo de cinco años y la inhabilitación para ser titular de una licencia durante ese mismo periodo hasta el cierre definitivo de establecimientos.

Se espera que la tramitación parlamentaria sea rápida y una vez aprobada, las empresas tendrán tres meses para adaptarse. Además, la Generalitat se obliga a destinar «íntegramente» la recaudación por estas sanciones, que con la ley de 1988 vigente es de medio millón al año, a políticas sociales de prevención de la ludopatía.

De manera aún por definir se prevé incorporar la obligatoriedad de que exista un mínimo de 700 metros de separación entre este tipo de locales para evitar la aparición de guetos en los barrios, e igualmente respecto a los centros educativos de menores.

reclamación judicial / Según explicó el conseller de Economia, Vicent Soler, una reclamación judicial obliga a buscar otros caminos para establecer estas distancias físicas a fin de agilizar la aprobación de una ley que calificó de «prioritaria» por las «condiciones crecientemente preocupantes» del sector. El reglamento se preparó con bastante consenso en la pasada legislatura, pero el adelanto electoral hizo que finalmente no se llevara a las Cortes valencianas.

La vicepresidenta, Mónica Oltra, apuntó que el espíritu del anteproyecto aprobado es «proteger la posición del débil, de la persona jugadora, frente al fuerte, la organizadora y, sobre todo, a los menores ante la ludopatía y el juego descontrolado».

Soler explicó también que han reclamado al Gobierno central que impida que famosos, especialmente del deporte, hagan publicidad de este sector y subrayó que, aunque debe haber «libertad de empresa», por ser un sector sensible debe haber también una buena regulación «porque si no puede ser incluso un bumerán para las empresas».

Uno de los puntos fuertes del proyecto es evitar que, ante la restrictiva nueva regulación, los bares se conviertan en casas de apuestas ocultas. La idea, dijo Soler, es que «en los locales que tienen otras funciones como los bares no se puedan hacer actividades de juego instantáneo».

En la nota se habla de «las máquinas de apuestas» y el conseller apuntó a un futuro desarrollo reglamentario, pero dijo que en los bares «todas las apuestas tendrán el mismo tratamiento». Puso como ejemplo «las automáticas» o los «rascas» y, preguntado específicamente por las tragaperras, recordó que «lo que hay que evitar es que esa máquina la maneje un ludópata o un menor».