Con bastante retraso, cuando la herida lleva días sangrando por el lado judío y el católico, la maquinaria vaticana ha arrancado para intentar apagar el incendio que acompaña a la rehabilitación de cuatro obispos lefebvristas. La retirada de la excomunión a los prelados ultraconservadores, uno de ellos un notorio antisemita, se produjo siete días atrás, pero es ahora cuando Roma comienza a moverse en serio. En un comunicado difundido ayer por la Santa Sede, la Fraternidad de San Pío X, la cismática sociedad fundada por el fallecido arzobispo Marcel Lefebvre, condenó las declaraciones de Richard Williamson --quien el pasado miércoles, en la televisión sueca, negó las cámaras de gas y el Holocausto--, le prohibió al prelado realizar cualquier manifestación sobre temas políticos e históricos y pidió perdón al Papa por los daños que sus palabras le han causado.

Poco antes, el diario de la Santa Sede --L´Osservatore Romano -- y Radio Vaticano movieron sus piezas, cargando contra Williamson y defendiendo, como es lógico, a Benedicto XVI. No parece que en Roma fueran conscientes del malestar que iba a provocar la legitimación de los obispos consagrados por el fallecido Marcel Lefebvre en 1988, excomulgados por oponerse al Concilio Vaticano II, a la renovación litúrgica y al diálogo entre religiones.

EL DIA DE LA MEMORIA El mensaje de la emisora papal, ayer, coincidió precisamente con el día internacional de la Memoria del Holocausto, jornada en la que la jerarquía vaticana se desayunó con las críticas portadas de buena parte de los periódicos italianos.

Frente a esto, Radio Vaticano resaltó que Benedicto XVI siempre ha utilizado "palabras inequívocas" para condenar el genocidio a los judíos, palabras "que no dejan espacio alguno a aquellas opiniones absurdas, históricamente y moralmente inaceptables, que pretenden negar la tragedia de la Shoah" palabra hebrea para referirse al Holocausto. Es decir, las de Williamson.