El Vaticano se pronunció ayer con contundencia ante el último rebrote de la polémica en torno al celibato sacerdotal a través del prefecto para la Congregación del Clero, Mauro Piacenza. El ministro vaticano responsable del clero calificó de "actitud reaccionaria" poner en discusión el celibato, puesto que la castidad para los eclesiásticos "tiene validez perenne", dijo en una conferencia en la ciudad francesa de Ars recogida por L´Osservatore Romano.

Piacenza respondía así a los 144 teólogos progresistas de Alemania, Austria y Suiza que el pasado viernes firmaron un documento en el que, entre otras peticiones, abogaban por el fin del celibato y por la apertura del sacerdocio a las mujeres. "La puesta en discusión o la relativización del sagrado celibato constituyen actitudes reaccionarias respecto al soplo del Espíritu (...). En el Catecismo se reafirma, con autoridad, la validez perenne del celibato sacerdotal", afirmó el prelado, quien también recordó que el papa Juan Pablo II se pronunció repetidamente a favor de mantener el celibato.

LA EXPULSION DE DIOS Para Piacenza, las polémicas "también orquestadas" contra el celibato sacerdotal forman parte de una "miope estrategia de normalización que busca expulsar a Dios del mundo". En declaraciones a la agencia católica Kath, el prefecto del Clero subrayó que esa condición recuerda a los sacerdotes la actitud de Jesús, quien "eligió vivir en la virginidad (...) testimoniando de ese modo que Dios existe, está presente, y que por El es posible vivir".

Piacenza descartó que la abolición del celibato sea la respuesta a la caída de las vocaciones sacerdotales, que afecta particularmente a la Iglesia en el mundo occidental. Las nuevas generaciones de sacerdotes no deben "caer en la tentación de quien quisiera normalizar el sacerdocio", ya que "esto llevaría a la desertificación de las vocaciones", agregó.

Esta cíclica polémica se reaviva con el trasfondo de los escándalos de pederastia, que ha alimentado un gran malestar también dentro de la Iglesia católica. Una tímida señal de apertura del Vaticano ha sido permitir que los curas anglicanos casados mantengan su estatus al convertirse al catolicismo.