La Santa Sede aseguró ayer que "no obstaculizó en ningún modo ni intentó interferir en las investigaciones" sobre los casos de abusos sexuales cometidos por sacerdotes católicos en la diócesis irlandesa de Cloyne entre 1996 y 2009.

El Vaticano así lo aseguró en su respuesta a las críticas lanzadas por el primer ministro irlandés Enda Kenny, que el pasado mes de julio les acusó de intentar "frustrar una investigación en una república soberana y demócrata" y de haber alentado a los obispos de su país a no denunciar los casos de curas pederastas.

La Santa Sede señaló que "en ningún momento intentó interferir con la Justicia irlandesa o impedir a las autoridades civiles que ejercieran su labor" y rechazó, asimismo, la acusación de que entorpeciera los esfuerzos de la Iglesia de este país a la hora de afrontar los abusos sexuales sobre menores cometidos por sacerdotes.

En este documento, entregado ayer por el subsecretario vaticano para las relaciones con los Estados, Ettore Balestrero, a la primera secretaria de la Embajada irlandesa ante la Santa Sede, Helena Kehler, la Santa Sede expresó su "horror" por los casos de abusos que sucedieron en la diócesis de Cloyne.

En esta línea, expresó su "vergüenza" y pidió perdón a las víctimas de los mismos y a sus familias por el "terrible sufrimiento" infligido y reconoció las dificultades que supuso abordar con las autoridades su "traumática experiencia".

Asimismo, la Santa Sede se declaró "profundamente preocupada" por de graves errores en la gobernanza eclesiástica de la Diócesis de Cloyne y en el mal manejo de las acusaciones de abusos revelados por el informe elaborado sobre dichos casos por la Comisión de Investigación del Gobierno irlandés.

Subrayó que el informe ha sacado a la luz "graves e inquietantes errores en el modo de afrontar las acusaciones".