El Vaticano reiteró ayer que las puertas del sacerdocio deben estar cerradas para quienes tengan "una identidad sexual incierta" o "tendencias homosexuales fuertemente asentadas" y sugirió a los responsables de los seminarios que utilicen la ayuda de psicólogos para evaluar si el perfil de los candidatos a prepararse para el ministerio sacerdotal se ajusta a los requerimientos.

En un documento que ayer presentó el cardenal Zenon Grocholewski, prefecto de la Congregación para la Educación Católica, la Santa Sede fija las condiciones "psicológicas" que deben poseer quienes aspiren a ser admitidos en el seminario. El texto, que ha sido aprobado por Benedicto XVI, señala que los sacerdotes deberán tener un "sentido positivo y estable de la propia identidad viril, la capacidad de relacionarse de forma madura con otras personas, el gusto por la belleza entendida como esplendor de la verdad y la capacidad de integrar su propia sexualidad en consideración a la obligación del celibato".

En este punto, el documento precisa que para garantizar la posibilidad de vivir "en fidelidad y alegría" el celibato, "no basta asegurarse la capacidad de abstenerse del ejercicio de la genitalidad", sino que es preciso "valorar la identidad sexual".

Hasta ahí, nada nuevo. En el 2005, Grocholewski ya redactó una instrucción que determinaba que los homosexuales "y quienes apoyen la llamada cultura gay" deben ser apartados del camino del sacerdocio. La aportación más original del texto presentado ayer es que por primera vez aconseja la utilización de la psicología para discernir la idoneidad de los aspirantes. "Para una correcta valoración de la personalidad del candidato --señala el documento--, el psicólogo podrá recurrir tanto a entrevistas como a tests".

A la hora de seleccionar a los psicólogos que llevarán a cabo esta labor, se aconseja a los rectores que busquen a profesionales que, además de demostrar la competencia necesaria, "se inspiren en una antropología que comparta abiertamente la concepción cristiana sobre la persona humana, la sexualidad y la vocación al sacerdocio y al celibato", a fin de que sus valoraciones estén en sintonía con la formación "moral y espiritual" que se imparte en los seminarios y se eviten así "perjudiciales confusiones o contradicciones".

Con estos nuevos filtros en el acceso al seminario, el Vaticano pretende evitar que determinadas "ineptitudes psíquicas" salgan a la luz solamente después de la ordenación sacerdotal. "Discernirlas a tiempo permitiría evitar muchos dramas", afirma el documento, que algunos analistas consideran una respuesta a los escándalos por abusos sexuales que en los últimos años han sacudido a la Iglesia.