TLte pregunté que dónde le gustaría vivir y me respondió que en Madrid. Quise saber el porqué y no dudó en aclarármelo: "Porque así podré vivir cerca de algún famoso e incluso llegar a ser yo famosa. Mi prima vive enfrente de una famosa y es guay". Las adolescentes extremeñas responden a la pregunta de dónde quieren vivir con argumentos que jamás había utilizado ninguna generación anterior. No quieren abandonar sus pueblos porque en ellos haya menos posibilidad de empleo, ni porque sean más aburridos que la gran ciudad, ni por sentirse más libres... Esos eran los argumentos de antaño. Ahora te dan razones tan poderosas como que quieren ser vecinas de Coto Matamoros, tirar la basura en el mismo contenedor que Viki Berrocal o hacer cola en el videoclub detrás de la exmujer de Andrés Pajares.

La gente normal busca afectos inmediatos: se conforma con que les quieran en casa. Las personas equilibradas se sienten colmadas si son amadas por su pareja, si son queridas por su familia, si cuentan con el aprecio de sus amigos. Querer ser famoso es un indicio de frustración e inestabilidad. Pero uno ve la televisión, y los extremeños estamos entre los españoles que más ven la televisión, y parece que si no eres famoso, no existes. La felicidad es que te quieran en casa. Si crees que consiste en que te quieran por la calle, es que algo falla. Quizás debiéramos ver menos la tele y leer más, escuchar más música, ir más al cine o realizar cualquiera de esas otras actividades culturales en las que somos, impepinablemente, los últimos de España.