TEtl mundo está lleno de adivinos a toro pasado que se aprovechan de nuestra frágil memoria para decirnos que ellos ya lo sabían, que se lo olían todo y que advirtieron de todos los peligros. Como hoy día internet resuelve fácilmente estas amnesias, habría que recordar que no todos se apuntaron a los malos augurios sino a todo lo contrario. Un buen ejemplo es Alvarez Cascos , que en octubre de 2002 no se preocupaba de la subida del precio de los pisos sino que la justificaba en lo altos que estaban los salarios. Un año más tarde negó la posibilidad de una burbuja inmobiliaria que pudiera pincharse de golpe y causar una caída brusca, porque el sector de la construcción gozaba de una salud de hierro. El único problema que atisbaba era la falta de suelo y abogaba por una liberalización que serviría para moderar los precios. En algunos lugares se hizo urbanizable hasta el rincón más recóndito y los precios siguieron disparados. Hubo quien sí que adivinó, en noviembre de 2003, que si subían los tipos de interés se produciría una gran crisis. Fue un tal Solbes , que era comisario europeo de economía, y que merecería todos los premios y elogios del mundo por haber tenido mejor ojo que nadie. Lástima que tras su llegada al ministerio perdiera esa capacidad de anticipación, y que durante sus cuatro primeros años como vicepresidente económico no pusiera los medios suficientes para prevenir y paliar lo que había diagnosticado meses antes. Por lo menos ha tenido el detalle de no decirnos, con recochineo, que se veía venir. Otros, mientras tanto, creerán que las hemerotecas son reencarnaciones del diablo.