TQtuién le iba a decir a Saponi que Felipe Vela tenía más sorpresas que los Reyes Magos. Ya he contado en esta columna que no se conoce realmente cuántos magos eran, ni si eran reyes realmente, y que uno de ellos terminó siendo negro por decisión de la Iglesia. Pero hay más. Entre los regalos que llevaron a Jesús se encontraba un aviso, como los que le lanzaba Vela a Saponi en los medios de comunicación. Junto con el oro y el incienso, los magos de Oriente dejaron en el Portal de Belén mirra, la resina de una planta arbórea de Arabia y Abisinia muy aromática, que 33 años más tarde, mezclada con vino, fue el narcótico que dieron a Cristo en la cruz, aunque él no quiso tomarlo. Tampoco lo hizo el alcalde cacereño.

Ahora, en pleno año nuevo, llegarán las promesas de ambos de cara a los próximos meses. Pero a mí me va a costar creerlo. Los sondeos me avalan. Dice una encuesta publicada esta semana en el Reino Unido (que es el sitio de las encuestas serias), que más de un tercio de las promesas que se hacen al inicio del año no se cumplen porque suelen olvidarse en una semana. Es más, una promesa de cada siete ni siquiera sobrevive unas horas y el 14% dura sólo un día. Y aquí entran los inicios de las dietas, la intención de abandonar el tabaco, las ganas de hacer deporte... o los augurios y compromisos electorales.

Ayer aseguraba Saponi que lo que le ha ocurrido con Vela es la historia de una decepción, lo mismo que le sucede a los niños que piden más de la cuenta a los Reyes Magos. Pero no voy a hablar mal de sus majestades de Oriente, no sea que mañana no encuentre nada junto a los zapatos. Lo prometo (al menos una semana).