Las lonjas gallegas han olvidado el marisco y en muchas ya hace semanas que se subasta directamente el futuro. Esa puja diaria contra la incertidumbre fue, el martes por la noche, un gran grito contra el olvido y un sincero gracias a la solidaridad representada por los voluntarios. Galicia entera dedicó a los hombres y mujeres del mono blanco su última noche del año.

Muxía (A Coruña) recibió el 2003 junto al medio centenar de voluntarios que celebraron la Navidad limpiando el tozudo chapapote que no cesa de llegar al litoral gallego. Por cierto, que el fuel que ahora aparece vuelve a ser ligero y con un fuerte olor, como el de la primera marea, lo que hace sospechar al patrón mayor de Muxía, Javier Sar, que "las playas empiezan a recibir el chapapote de la que ya sería la cuarta marea negra".

ENGALANADOS CON DISFRACES

Como todos los días, la limpieza en las playas terminó a las cinco de la tarde. Ducha rehabilitadora en el pabellón y a maquearse para la Nochevieja. Unos valencianos hasta se engalanaron con disfraces indescifrables.

La cena fue tempranito, a las nueve de la noche, porque era la única manera de que las vecinas de Muxía que cocinan para los voluntarios tuvieran tiempo de llegar a sus casas para preparar sus cenas familiares de Nochevieja. Y el menú, de chuparse los dedos: sopita caliente, champiñones con nata, merluza en salsa verde y jamón asado.

Y todo ello en una lonja tomada casi al completo por las gentes de Tele 5 que quisieron retransmitir las doce campanadas desde Muxía. El temporal de viento y lluvia era tan bestia que fue imposible retransmitir en directo los doce golpes de sirena que en las aguas del puerto debían realizar una docena de barcos colocados a modo de reloj. Suerte que los productores del canal grabaron el ensayo que pudieron realizar la noche anterior, cuando el tiempo amainó un poco a las tres de la madrugada. Y esas fueron las imágenes con las que el pueblo de Muxía se tragó las uvas.

Las lágrimas corrieron a la velocidad del medio millar de botellas de cava que regalaron varias empresas. Mamen, hija, hermana, madre y mujer de marinero se abrazó a su marido antes incluso de empezar a comer la uvas. No se tragó ni una. "No tengo ánimo. He venido por estar cerca de esta gente maravillosa, pero no me apetece celebrar nada. Ya sé que hay que tener ilusión y confianza, pero me cuesta mucho ver la salida", balbuceó, recogida entre los brazos de Santiago. El aparatoso montaje de los equipos de televisión apenas dejó espacio para los voluntarios y vecinos de Muxía. La lonja parecía un plató. Y sobre el escenario, tras la pregonera Mercedes Milá apareció el gaitero Carlos Núñez que calentó la fiesta con clásicos gallegos.

A GOLPE DE JOTA

Un grupo de voluntarios aragoneses reinterpretó la muñeira a golpe de jota. Las chicas de Melilla daban brincos sobre bancos de madera. Y alrededor, como si de un espectáculo se tratara, el pueblo de Muxía contemplaba la escena con agradecimiento.

Cuando la gaita de Núñez calló fue relevada por la comparsa que anima al Deportivo y llegaron las consignas. Gritos ahogados de "dimisión". El clásico: "Olé, olé, turrón de chapapote", y el lema de este año y el pasado en Galicia: "Nunca máis".

Hasta las cuatro de la madrugada aguantó el sonido de los tambores en la lonja. Entre bailes se adivinaban en los rincones más apartados los idilios entre voluntarios y parroquianas. Uno de estos romances, --con voluntario lituano de ojos verdes como protagonista--, dura ya tres semanas. "Yo creo que éste se queda aquí, haya o no fuel", confesó un hermano de la chica.

Muxía nunca olvidará unas Navidades negras que la solidaridad vistió de blanco.