La historia del horrible crimen de Puerto Hurraco escribió ayer su penúltimo capítulo con la muerte de uno de sus tristes protagonistas. Emilio Izquierdo Izquierdo fallecía a media tarde de ayer en su celda, en la prisión de Badajoz, mientras descansaba después de la comida.

A sus 74 años este nombre ha pasado a la historia negra de Extremadura junto al de sus tres hermanos, Antonio, Angela y Luciana. Fue él quien, junto a su hermano Antonio, inició a las diez de la noche del 26 de agosto de 1990 un trágico camino cargado de venganza que dieron por terminado tras sembrar de sangre las calles de Puerto Hurraco. A su paso quedaron 9 muertos, 6 heridos graves y uno de los capítulos oscuros de la biografía de Extremadura. Todo a cuenta de una antigua rencilla entre dos familias, los Pataspelás --Izquierdo-- y los Amadeos --Cabanillas -- que arrancó por una disputa de lindes y desembocó en una matanza.

Los dos fueron detenidos poco después y el ahora fallecido despejaba entonces cualquier duda sobre sus sentimientos al declarar fríamente: "Hemos disparado en agosto porque soy muy friolero y en invierno se me agarrotan los dedos".

El juez condenó a los dos hermanos a 344 años de prisión cada uno, que desde entonces cumplían en la cárcel de Badajoz, mientras que sus hermanas fueron ingresadas de por vida en el hospital psiquiátrico de Mérida, de donde nunca más saldrían. El 13 de enero del 2005 fallecía Luciana y meses después lo hacía Angela. Nadie asistió a los entierros. Ahora ha muerto Emilio, y todos ellos lo han hecho por causas naturales.

Según explicó el director de la prisión pacense, Carmelo Charfolé, después de la comida Emilio Izquierdo regresó a su celda, en la enfermería. A las cinco, cuando un funcionario reabrió la celda, encontró el cuerpo del asesino tumbado en el suelo, por lo que avisó a un médico.

Finalmente se comprobó que no presentaba signos externos de violencia y se certificó su muerte, en principio por una parada cardiorespiratoria. A última hora de la tarde el cadáver del reo fue trasladado al Hospital Infanta Cristina para que le fuese practicada la autopsia.

Uno de los momentos más complicados de la jornada fue la comunicación del óbito a su hermano Antonio, que tiene graves problemas de salud y del que se temía que se resintiese debido a lo unido que estaba con el fallecido, la única familia que le quedaba actualmente.

Ahora solo resta el trámite del entierro, del que aún no se sabe nada. Si nadie reclama el cuerpo la Administración se hará cargo del mismo.

Esta muerte cierra el penúltimo capítulo de una historia que incluso ha sido llevada al cine --el director Carlos Saura rodó El séptimo día -- y de la que ya únicamente sobrevive un protagonista, Antonio Izquierda.