La tradicional imagen de las cigüeñas que marchan en otoño hacia sus cuarteles de invernada en África, donde encuentran alimento y refugio frente al frío, y regresan en febrero a la Península para iniciar una nueva temporada de cría ha cambiado profundamente en los últimos años debido a la abundancia de comida en vertederos al aire libre. Allí hallan de todo sin necesidad de emprender un fatigoso y peligroso viaje.

Aunque es difícil precisar porque no se realiza un censo completo desde el año 2004, al menos una cuarta parte de las casi 50.000 parejas de cigüeña blanca (Ciconia ciconia) que se estima nidifican en España ya no realizan la migración otoñal y permanecen todo el año al norte del Mediterráneo. Lo mismo se ha observado en Portugal. En el mejor de los casos, las migraciones son entre emplazamientos diferentes de la Península.

Arrozales en el suroeste

Los inviernos suaves de las últimas décadas y la mayor conciencia ambiental pueden haber influido en este proceso, pero lo esencial son sin duda los basureros. Salvo en el sureste y el entorno de Doñana, donde los arrozales proveen gran cantidad de cangrejo rojo y otros alimentos, la única manera de sobrevivir en invierno "es estar cerca de un vertedero", resume el biólogo Blas Molina, especialista en cigüeñas de la Sociedad Española de Ornitología (SEO-Birdlife). No necesariamente viven en el entorno más inmediato, pero "allí se dirigen para comer y allí se pueden observar grandes concentraciones", prosigue.

Un caso conocido es el del basurero de Valdemingómez, muy cerca de Madrid, donde es posible contemplar hasta 700 cigüeñas simultáneamente dando cuenta de todo lo que encuentran entre los residuos. Concentraciones elevadas también se observan en los depósitos de residuos de Zaragoza, Toledo, Badajoz, Pinto, Navalmoral de la Mata, Ejea de los Caballeros o Montoliu-Lleida, entre otros muchos. Permanecer siempre en un mismo sitio, realizando solo pequeños vuelos, es una gran ventaja desde un punto de vista energético y evita tener que rehacer los nidos en cada migración. De hecho, cada vez es más frecuente la presencia en vertederos de otras aves oportunistas como el milano real y el milano negro, prosigue Molina.

Los trabajos de seguimiento con cigüeñas anilladas han servido para determinar que la mayoría de los ejemplares más jóvenes todavía realizan la migración hacia África, "siguiendo aún su instinto", dice SEO-Birdlife. Además, en los últimos años los especialistas han podido comprobar que las migraciones son más complejas de lo que se pensaba. "A veces, cuando algunas cigüeñas todavía están cruzando el Estrecho, otras ya están volviendo hacia España", dice Molina.

Zonas colonizadas

La disponibilidad de alimento en invierno, que atrae también a ejemplares del norte de Europa, explica en gran medida el aumento de la población de cigüeñas desde el abismo en que se encontraba en los años 80 del pasado siglo, cuando había solo 7.300 perejas. La especie está ahora presente e incluso es abundante, tanto en invierno como en verano, en zonas de Granada, Málaga, Albacete y Lleida.

El nuevo comportamiento de las cigüeñas, sin embargo, podría ser también una sentencia de muerte: una nueva normativa de la Unión Europea obligará a prescindir de los vertederos al aire libre y a sustituirlos por instalaciones cubiertas. "Si las aves han olvidado cómo emigrar, su población podría verse gravemente afectada. Tendremos problemas", insiste SEO-Birdlife.

Toxicidad de las basuras

Ademas, la alimentación en vertederos puede ser también un peligro para los animales debido a la toxicidad de algunas basuras. "Confunden gomas con serpientes, cogen plásticos para el nido...", cita como ejemplos Molina. "La paradoja es que los vertederos, que en los años 80 fueron fundamentales para la recuperación de la especie, hoy podrían ponerla en riesgo", declaraba recientemente Ana Bermejo, responsable del programa Migra de la oenegé. Los residuos humanos representan ya más del 75% cuando hace décadas apenas el 2% de su alimentación provenía de basura, según Bermejo.

Pese a su abundancia, la oenegé insiste en que la cigüeña sigue siendo un ave protegida, "por lo que impedir la nidificación de estas aves en los tejados puede llegar a ser delito". "La retirada de nidos solo se puede autorizar de manera excepcional y justificada, tras cumplir una serie de criterios estrictos y únicamente si no existe una alternativa satisfactoria", concluye SEO-Birdlife.

Sin censo por falta de presupuesto

El último censo oficial de cigüeña blanca en España data del año 2004. Pese a que la normativa europea emplazaba a las autoridades a sufragar uno nuevo en el 2014, la crisis lo retrasó sine die y no se sabe cuándo será posible, lamenta Blas Molina, de SEO-Birlife. Lo único que se dispone es de cálculos para zonas concretas.

El censo 2004 concluyó que había más de 33.000 parejas nidificantes, aunque ahora se estima que pueden ser cerca de 50.000. Las mayores concentraciones en periodo de cría se sitúan, por orden, en las provincias de Cáceres, Badajoz, León, Salamanca, Segovia, Zamora, Ciudad Real y Sevilla.