El hotel, empotrado en un paraje idílico y con el cartel de completo, se convirtió en una trampa mortal de la que pocos, apenas nadie, pudieron escapar. El número de víctimas mortales provocado por un corrimiento de tierra a causa de las fuertes lluvias que sepultó un complejo de lujo ubicado en la isla Grande, en Brasil, ya se incrementó ayer a 35 personas. El jefe de bomberos Jerri Andrade, al frente de la operación de rescate, alertó ayer de que, con toda probabilidad, todavía quedan más víctimas sepultadas en el barro. Los fallecidos en los tres estados brasileños azotados por las fuertes lluvias ascendían ayer, al menos, a 64 personas.

El lodge Sankay, con capacidad para más de 50 personas, está situado en la isla Grande, unos 150 kilómetros al suroeste de Río de Janeiro, en la bahía de Angra dos Reis. La pequeña isla de pescadores es un destino turístico muy solicitado para la celebración del fin de año.

Por el momento, las autoridades brasileñas no disponen de ningún dato de víctimas extranjeras. Solamente ocho cadáveres han sido identificados y todos corresponden a ciudadanos brasileños: cuatro fallecidos son de una misma familia de Minas Gerais y otros tres, también de una misma familia de Sao Paulo. La octava persona identificada es Yumi Faraci, la hija de 18 años de los propietarios del establecimiento hotelero.

La operación de rescate la llevan a cabo más de un centenar de personas entre bomberos, sanitarios y voluntarios. La Marina, que también participa, ha aportado navíos y helicópteros para trasladar material y a los heridos.