Habla del presente y recuerda cómo fue su pasado, pero calla cuando se le pregunta cómo se mudó a su actual casa . Vicente es amable, cercano y tiene unos ojos claros marcados por unas arrugas que no confunden a nadie que tiene 60 años, que ha trabajado desde los 14 y que se "mató a currar" para dar de comer a sus siete hijos.

Vicente Arroyo nació en Cáceres, pero reside en Plasencia desde hace más de treinta años y, desde hace seis, no vive entre cuatro paredes, sino que lo hace en el interior de un pequeño coche estacionado en el aparcamiento anexo a la estación de autobuses. Para muchos resulta insólito que se pueda vivir entre cuatro airbags y en menos de dos metros cuadrados, pero Vicente asegura que lo lleva bien y que "si hay gente que está viviendo debajo de un puente, en un coche mejor porque por lo menos no pasas frío". Estos días en la ciudad han bajado las temperaturas, pero las cuatro mantas que tiene no faltan en su vehículo, como tampoco lo hacen las cuchillas de afeitar y libros. "Me encanta la lectura desde que era pequeño y he leído muchísimos libros. Seguro que muchos no han leído ni leen lo que yo", cuenta.

El día a día

Como cualquier persona, Vicente también tiene unos horarios establecidos para el día a día. De lunes a viernes, se levanta temprano y se va a desayunar a un bar cercano un café calentito para coger fuerzas y dar un paseo por la ciudad. Después, se acerca a Cáritas donde le dan un bocadillo para comer y por la tarde trabaja en el aparcamiento ayudando a estacionar a los conductores sus vehículos y poder así ganar algún dinerillo "que siempre viene bien".

Y es que, aunque Vicente no tiene que pagar luz, agua o una hipoteca, "no se puede vivir con los 198 euros que me dan de paga al mes", explica. Se queja, se cabrea y se entristece cuando recuerda que desde los 14 años ha estado cotizando hasta un 13% de I.R.P.F. "y cuidando a tantos hijos para luego me quede esta paga", reitera. Además, cuenta que el año pasado le chulearon dos pagas porque no hizo la declaración de la renta, pero "¿qué voy a declarar yo?".

Mira al suelo, mira sus manos trabajadas... "La vida da muchas vueltas", dice finalmente. "Yo era electricista, me mandaron a Bilbao y no me quise ir porque soy extremeño y aquí me quería quedar", explica.

Sin embargo, Vicente da un salto hacia la actualidad sin detenerse en el momento ni en la causa que originaron su actual situación y solo concreta que "son cosas que pasan". Fuera como fuere, vive actualmente en su segundo coche, que se lo regaló una buena mujer después de que "unos graciosos quemaran el mío y me hicieron vivir un tiempo en La Isla. Unos graciosos que no entienden esta opción distinta de vivir".