TTtodo lo que podía ir mal ha ido mal y el AVE está a punto de levantar el vuelo. La seguridad expresada por el Gobierno español se ha trocado en incertidumbre. Al final va a salirse con la suya el político catalán que pedía se paralizaran las obras para no incrementar el déficit del Estado. Los que ya tienen su alta velocidad, pagada con el dinero de la caja común, no querían que nosotros tuviéramos la nuestra. La inversión para ellos, para nosotros el ajuste. El ministro de fomento ha reaccionado como si hubiera ocurrido algo imprevisto, cuando la realidad es que la marcha atrás de Portugal no ha supuesto sorpresa alguna. Estaba cantado desde la entrada en el gobierno de los conservadores. Llevaban tiempo oponiéndose al proyecto y han tenido un oportuno aliado en el rescate financiero. El anuncio de la suspensión era tan solo una mera formalidad. Entes el ministro Blanco aseguraba que el AVE llegaría a Badajoz, hicieran lo que hicieran los portugueses. Ahora, el responsable de fomento dice que tiene que hablar con su homólogo luso para tomar una decisión ¿Qué ha cambiado?, ¿qué se esconde tras la duda del ministro?, ¿qué piensa que va a comunicarle su homólogo? Le dirá que en su momento lo reestudiarán, revisarán, reevaluarán y, si llega el caso, se lo replantearán. En fin, nada.

Fue 2010, luego 2013, y ahora quién sabe cuándo. España debe terminar su parte y Portugal debe comprometerse con la suya. Es un pilar fundamental para que, unos y otros, tomemos impulso. Pero mucho me temo que ambos gobiernos, lejos de invertir para progresar, van a comportarse como viejos miedosos que guardan sus dineros sin darse cuenta de que, poco a poco, les va mermando el principal.