Más de 300 policías de Inglaterra y Gales han sido acusados de utilizar su posición para cometer abusos sexuales, según un informe oficial divulgado ayer. Se trata, según los investigadores, del «caso de corrupción más grave al que se enfrenta el servicio», una «enfermedad cuyas raíces necesitan ser extirpadas y de la que las futuras fuerzas deben quedar limpias». Entre las víctimas de los agentes hay detenidos, pero también denunciantes de agresiones de violencia doméstica, adictos a las drogas y el alcohol y trabajadoras del sexo.

Los datos de la investigación, realizada por la Inspección de la Policía (Her Mayesty’s Inspectorate Constabulary), cubren un periodo de dos años, que finalizó el último mes de marzo. En total se registraron 436 alegaciones de abusos de poder para obtener beneficios sexuales, implicando a 306 oficiales de policía, 20 ayudantes y seis empleados. Los investigadores creen que podría haber bastantes más casos. A pesar de lo abultado de la cifra, el informe detecta «una aparente desconexión» con el número de castigados. Solo 40 oficiales fueron despedidos por abuso de autoridad.

«Que quede claro. La explotación sexual de mujeres vulnerables es corrupción. Es usar la autoridad en beneficio propio», ha declarado el inspector jefe, Mike Cunningham, que ha dirigido la investigación, para añadir: «Es el problema más serio de corrupción, en el sentido de que es la última traición. ¿Qué puede ser peor que el guardián abusando de la confianza de una persona que ha sufrido abusos? No puede haber una violación mayor de la confianza pública». De acuerdo con Cunningham, «es probable que el problema sea más serio de lo que las cifras recopiladas hasta ahora muestran».

Al menos el 40% de las acusaciones pertenecen a víctimas de la violencia doméstica. La ministra del Interior, Amber Rudd, ha descrito las revelaciones como «chocantes». Lo ocurrido, «mina la justicia y la confianza del público. No hay lugar dentro de la policía por nadie culpable de este tipo de abusos»,ha dicho, para añadir: «La mayor parte de los oficiales de policía cumplen con integridad con su trabajo y sé que comparten mi determinación de hacer que los más vulnerables de nuestra sociedad tengan la protección que merecen».

Según los inspectores, algunos agentes «no entienden claramente» los límites que deben establecer en sus relaciones con personas vulnerables. Otros son depredadores sexuales, que entran en el cuerpo policial con el propósito de explotar a las víctimas.

En el 2011, el agente Stephen Michell, de 42 años, fue condenado a cadena perpetua por violar y abusar sexualmente de varias detenidas. Este policía, destinado en Northumbria, abusó de drogadictas, mujeres acusadas de robos en comercios e incluso de una adolescente impedida. «Michell era un violador psicópata, que se convirtió en agente de policía. Pero en otros casos hay agentes que son oportunistas y se aprovechan de las circunstancias cuando pueden abusar de su poder y usar su autoridad», ha dicho Cunningham a la cadena BBC.

Ni justificación ni perdón

A principios de este año el oficial de Scotland Yard Robert Dawson fue expulsado por mantener relaciones sexuales con la víctima de una violación, cuyo caso investigaba. Otro policía, Simon Salway, que también mantuvo relaciones con testigos vulnerables y vÍctimas de diversos delitos fue condenado por comportamiento impropio. Salway tuvo incluso un hijo con una de las mujeres a las que violó. «Los abusos sexuales nunca pueden justificarse o perdonarse», ha dicho Stephen Watson, del Consejo Nacional de la Policía.