Treinta barcos hundidos, otro centenar con diversos daños y unas pérdidas totales estimadas en unos nueve millones de euros es el balance de la rissaga o resaca que sufrió anteanoche el puerto de Ciutadella, en la isla de Menorca. La rissaga, un complejo fenómeno marino vinculado a cambios bruscos en la presión atmosférica, provocó una inesperada retirada del agua en el puerto y un posterior aumento espectacular del nivel del mar. De golpe, subió cuatro metros.

Las rissagues se producen en Ciutadella con una cierta recurrencia, sobre todo en verano --hay referencias históricas de barcos hundidos desde el siglo XV--, pero la intensidad alcanzada el jueves fue excepcional, superior incluso a la recordada rissaga de 1984. Los daños no fueron comparables. Además de los destrozos en embarcaciones, varios restaurantes y viviendas sufrieron inundaciones cuando el nivel aumentó de repente y superó los pantalanes del puerto.

Todo sucedió hacia las 20.50. Precedida de un minitornado marino, la rissaga provocó en un primer momento un aumento moderado del nivel mar. Luego, como si se tratara de un tsunami, el agua se retiró y dejó casi seco el puerto de Ciutadella, con las barcas casi posadas en el fondo durante unos segundos, junto a peces moribundos.

En cuestión de pocos minutos, llegó una gran ola que elevó el nivel del mar bruscamente hasta situarlo cuatro metros por encima de lo habitual. La sacudida fue espectacular, hasta el punto de que los amarres se rompieron y varias embarcaciones salieron despedidas. Los cascos crujieron con estruendo y se fueron a pique. Hubo nuevas sacudidas.

Por fortuna, el muelle no estaba lleno en ese momento. El Centro Meteorológico del INM en Palma había emitido un aviso por oleaje, aunque con oscilaciones de 1,75 metros. Algunos pescadores optaron por salir a faenar o recoger los barcos. "Ha sido un milagro que no hubiese víctimas", dijo el presidente del Gobierno balear, Jaume Matas, al llegar ayer a Ciutadella tras enterarse de lo ocurrido. El Ejecutivo autónomo tiene previsto ayudar a los afectados en una ciudad, Ciutadella, que ya prepara intensamente su gran fiesta de Sant Joan.

NADA PARECIDO En Ciutadella nadie recordaba nada igual. Los pescadores profesionales han dado por acabada la temporada de captura de langosta ya que sus barcos se encuentran destrozados, sin posibilidad de utilizarlos hasta dentro de unos meses.

El centro metereológico confirmó que la rissaga ha sido "la más importante y destructora de las registradas nunca en el puerto de Ciutadella". Este tipo de fenómenos se producen en verano --no se conocen fuera del periodo abril-octubre-- cuando el aire africano es empujado por encima del aire mediterráneo, lo que provoca inestabilidad y fuertes vientos.

El alcalde Lorenzo Brondo, que ayer acudió a la zona portuaria, explicó que no se podrá reanudar el tráfico marítimo hasta que hayan concluido las labores de limpieza del fondo, donde quedaron aparejos, cascos y restos de barcos hundidos.