El uso continuado de antibióticos está provocando que algunas bacterias con efectos nocivos hayan desarrollado genes de resistencia y sea de interés capital desarrollar "otro tipo de estrategias de control", explica Montserrat Llagostera, profesora de Microbiología Molecular de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB). La bacteria que le quita el sueño es la salmonella, que ocasiona la enfermedad de transmisión alimentaria con mayor incidencia en la UE, y su estrategia para combatirla son los bacteriófagos: virus que infectan bacterias.

Llagostera y su equipo ganaron hace dos años una de las becas del programa Recercaixa, que otorga La Caixa a proyectos científicos innovadores. "La situación es crítica para investigar, por lo que ayudas de este tipo son imprescindibles para poder comprar material o contratar a técnicos", pone como ejemplos Llagostera.

La idea de combatir bacterias con bacteriófagos no es nueva --de hecho, se empezaron a usar antes de que se descubrieran los antibióticos--, pero sufrió un cierto ostracismo hasta que hace tres décadas cobró relevancia el problema de las resistencias. En el caso de la salmonella, los animales son los grandes portadores, pero no la sufren, y los hombres la adquieren generalmente tras la ingestión de productos contaminados.

Buscar en las heces

El equipo de la UAB empezó a buscar en heces de animales virus que pudieran combatirlas. Se aislaron 60 tipos y al final se seleccionaron tres. "Hicimos un cóctel --prosigue-- y se lo dimos experimentalmente a pollos contaminados con salmonella". La carga de salmonella en las heces se redujo drásticamente sin ningún efecto secundario. Sin embargo, aunque el éxito fue más que notable, se observó que debía mejorarse la estabilidad, es decir, evitar que los virus ingeridos pierdan su efecto bacteriófago al pasar por al estómago de los animales. "Por eso optamos al Recercaixa", insiste.

El equipo contactó con el grupo de Daniel Maspoch en el Instituto Catalán de Nanotecnología y en los dos últimos años han trabajado en técnicas para encapsular los bacteriófagos con diversos materiales biocompatibles y seguros. Han desarrollo dos tipos diferentes. "Estamos en fase in vitro. Luego pasaremos a animales", concluye esperanzada.