Hay gente que cerca de un famoso pierde la cabeza. En el caso de Gilbert Lederman, que trató en su lecho de muerte a George Harrison, se perdió la decencia. Según una demanda de la viuda del exbeatle, el oncólogo llevó a un hijo suyo a la habitación del músico y le obligó a escucharlo tocando la guitarra. Luego lo forzó a firmar un autógrafo. El médico, al que piden 8 millones de euros, está acusado también de revelar información confidencial.