No le gusta que le llamen héroe. Así pues, diremos que ha hecho una heroicidad. El autor de Sonrisas en Bombay (Barcelona, 1976) quiere que su libro sea un "bofetón pacífico".

--Enhorabuena. Su madre debe de estar orgullosa de usted.

--¡Eso espero!

--Ella murió. ¿Tuvo algo que ver con que se hiciese cargo de un orfanato en la India?

--No lo creo. Aunque su muerte me hizo mejor persona.

--Usted trabajaba en una revista económica. Fue de viaje a la India, descubrió por casualidad un orfanato a punto de cerrar, lo dejó todo y se fue a vivir allá.

--Lo hubiese hecho cualquiera. Si el orfanato cerraba, 40 niños volvían a los prostíbulos de Bombay, o a las mafias, que amputan piernas y brazos a los niños para que den más pena a la hora de mendigar frente a hoteles de cinco estrellas. Las madres también hacen amputaciones.

--¿Las madres?

--Al ver que roban a los niños de sus vecinas, les amputan las extremidades para protegerlos. Si una mafia ve que el niño no tiene brazos, piensa que está tomado por otros grupos y no lo toca.

--¿Tan habitual es?

--Mucho. No exagero nada. Cerca de mi casa hay un puente donde cada mañana a las ocho hay una hilera de niños: sus propios tíos o padres los alquilan a otros mendigos por un día. Tú pagas 20 o 30 rupias por un niño, que a veces puede ser un bebé, y te lo llevas a pedir caridad contigo.

--Ahora los 40 niños del orfanato ya son casi 3.000. ¿Puede hablar de alguno en concreto?

--Rohit, un niño epiléptico, que perdió al padre y a la madre. El abuelo lo trajo. Nos dijo: "Me queda poco de vida y me gustaría que os hicieseis cargo de Rohit". Cuando los papeles estaban firmados, el hombre murió. No murió hasta que no estuvo tranquilo.

--¿Cuánto cuesta el tratamiento para este niño?

--Once euros al mes.

--Por si fuera poco, ha creado usted dos escuelas y el proyecto Volver a la Vida para leprosos.

--Sí, cuando empecé con los leprosos tuve problemas dentro de mi propio equipo. La lepra allí es tabú, un leproso es un maldito a pesar de que el 70% de los leprosos del mundo están en la India.

--Las mafias le quieren matar.

--Han quemado la oficina dos veces. Le dije a la policía que, total, mi trabajo no es tan importante, que en la India hay muchos millones de niños para secuestrar. Me respondieron: "Menos importante es tu vida".

--¿Cómo lleva tanta convivencia con la muerte?

--Viviendo con la muerte se aprecia más la vida. No me asusta pensar qué pasaría si muero... Pero la ONG Sonrisas de Bombay continuará. Está todo bien atado. En parte he escrito este libro por la posibilidad de que cualquier día me maten en Bombay.

--Acabemos hablando de las sonrisas, por favor.

--Es lo que me transmiten, lo que regalan estos niños. No somos conscientes del poder de una sonrisa. Aquí, vas en ascensor y todos están serios. Si alguien sonriera, seguro que los otros saldrían diciendo que está loco.