TSte acabó el espectáculo y se perdió la esperanza de un final justo. El gudari ha dejado la huelga de hambre, no por miedo a morir, no, que él es el siete machos trufado de sastrecillo valiente, sino por los múltiples apoyos recibidos y los ruegos insistentes para que declinara su heroica actitud. El hijo puta dice que sigue con sus convicciones intactas, esas por las que mató a veinticinco inocentes. Y ya estará dándole al bocadillo de mortadela con aceitunas y a los chiquitos para recuperar las fofeces.

Entre los apoyos que le han servido para privarnos del obituario destacan dos, a cual más nauseabundo: el del Uriarte , obispo de San Sebastián, y el del Conde Pumpido , fiscal general de la cosa. El primero, arrastrando su tufo sotanesco hasta las puertas del Gobierno para interceder por el asesino, no fuera a ser que tuviera España la desgracia de que las diñara. O sea, representando con pasmosa desfachatez el papel asignado de monaguillo del diablo y escupidor de víctimas. El otro, el fecal, quiero decir, el fiscal, ordenando, alentando o consintiendo una rebaja de la pena tal que, a lo peor, el muerto vivo se come el turrón en su pocilga. Todo ello bajo la égida de la sonrisa bobalicona de Zapatero , al que veo estos días más escarranchado que nunca, quizás escocido por tanta zurretilla pata abajo. Y es que entre islamistas, gudaris y antisistemas no gana el pobre hombre para bálsamo bebé.

Lo cual que de puta a puta san Pedro es calvo y por evitar que el infame muera de hambre, esta panda de camuesos va a lograr que muchos acabemos muertos de asco. jabuizaunex.es