TEtxiste el día del padre, de la madre y hasta del concuñado. Todos elegidos y promocionados para el consumo. Así que, por qué dar más importancia al día comercial por excelencia (después de la Navidad, por supuesto), el de San Valentín, el de los enamorados, las chicas de la Cruz Roja, flores de la primavera y eso. Pero llega el catorce de febrero (en realidad dos semanas antes) y los escaparates se visten de corazones rojos y cajas de bombones y los cuadernos se llenan de poesías sangrantes, de las que adoran mis alumnos: si mi boca fuera pluma y mi corazón tintero, con la sangre de mis venas, escribiría te quiero . Espeluznante. Aunque las hay peores, como la de por ti iría al Polo Norte en pantalón de deporte .

Ay. Llega San Valentín y todos nos ponemos bobos. Y como en Halloween (antes día de los Santos) seguimos a los americanos y nos escribimos postales ñoñas, compramos flores y pagamos millonadas por menús afrodisíacos que solo levantan el nivel de colesterol. Crecen los concursos de poesías sobre vísceras, o sobre declaraciones vehementes, con rimas dignas de un Bécquer amnésico. Te quiero, te quiero, y por ti me congelo , escribió uno de mis alumnos, aunque yo me quedo con el que empezaba su poesía original e inédita con estos versos, escrito está en mi alma vuestro gesto , y continuaba plagiando a Garcilaso con una facilidad pasmosa. Qué bonito, le dije. Y qué antiguo. No va a ser antiguo, si es de mi abuelo , me contestó tan ancho.

Puestos a plagiar, alabo el gusto del nieto del poeta. En los tiempos que corren para el romanticismo, no me digan que no caerían rendidos ante un por vos muero.