El aire de las cabinas de los aviones en vuelos de mediana y larga distancia se carga de ozono a un nivel que puede resultar perjudicial para la salud, según un estudio realizado por un equipo internacional de físicos y médicos. La investigación, en la que participó el Instituto de Física Iónica Aplicada de la universidad Lepold Franzens de Innsbruck (Austria), junto a científicos daneses y estadounidenses por encargo de la autoridad de control de vuelo de EEUU, reveló también que el ozono influye en los materiales y bienes a bordo.

"El ozono, como parte integrante de la capa de protección natural de la Tierra, se halla con frecuencia a la altura normal de vuelos, de diez y más kilómetros, en una concentración que haría sonar las alarmas de sanidad al nivel del suelo", advirtió el científico Armin Wisthaler en un comunicado difundido en Austria. La nota recuerda que en los aviones se utiliza ese aire exterior rico en ozono para abastecer a los pasajeros con suficiente oxígeno, pero que muchas aeronaves no cuentan con un filtro que destruya el ozono del aire que entra en la cabina.

Como consecuencia, los pasajeros están sometidos a una concentración alta de ozono, frente a lo cual reaccionan no sólo el aparato respiratorio humano y la piel, sino también la superficie de numerosos objetos, como las alfombras, los asientos y la vestimenta. Según los expertos, en esas reacciones se liberan numerosos productos de oxidación, muchos de ellos perjudiciales para la salud, como aldehídos.

En la investigación, dirigida por el químico estadounidense Charles J. Weschler de la Universidad de Medicina en Nueva Jersey (EEUU), se simularon vuelos de cuatro horas en una cabina de avión de un Boeing 767, sometidos a diversas condiciones de ventilación y cargas de ozono que son habituales en vuelos de media distancia. Cuando se constató que subió el ozono en la cabina, los "pasajeros" que participaron en el experimento mostraron malestar con diversos síntomas, como irritación de la vista y dolores de cabeza.