TEts difícil encontrar en la historia del cine un personaje tan aburrido como Jacobo Köller , figura central de la película Whisky (2004), dirigida por Pablo Stoll y Juan Pablo Rebella . Judío, sexagenario y dueño de una obsoleta fábrica de medias de Montevideo, Jacobo recibe la visita de su hermano Herman , que regresa a su país natal desde Brasil para estar presente en la exhumación de las cenizas de su madre. En un intento de mantener las apariencias frente a su hermano, Jacobo convence a Marta , su fiel empleada, de que se haga pasar por su esposa. Este argumento, propio de una comedia de situación, toma, sin embargo, derroteros menos risueños --pese a que el título alude a la palabra que pronuncian los personajes al tiempo que esgrimen una falsa sonrisa ante el fotógrafo de turno--. Jacobo, Marta y Herman son tres caras diferentes de un mundo marcado por la soledad y el tedio. Whisky está articulada desde la contención.

Rodada sin movimientos de cámara, interpretada por un reparto mínimo de actores, económica en los diálogos y con una puesta en escena minimalista, la historia ofrece una visión gris de la realidad. Los objetos, al igual que en un cuento de Carver o en una viñeta de Fermín Solís , cobran especial significado al decirnos mucho de la vida de sus propietarios. Un coche que no arranca, una persiana estropeada, una cama sin sábanas... Alejada de las líneas maestras del cine actual, silenciosa, inteligente y edulcorada con un humor sutil, Whisky se ha ganado merecidamente el aprecio de la crítica y de un público minoritario. textamentosgmail.com