Vestido rigurosamente de negro, lo que incluía una gorra de béisbol con la imagen del Sagrado Corazón, al reverendo Richard Williamson le faltó agitar un bate en su despedida de Argentina. A cambio, el obispo blandió amenazante el puño cuando fue descubierto por un periodista a su llegada al aeropuerto de Ezeiza. Un final con cierta cuota de escándalo para el obispo que niega el Holocausto y que ayer tuvo que abandonar el país para evitar la expulsión.

Williamson, que aterrizó en Buenos Aires en el 2003 y que fue conminado por las autoridades a marcharse después de que estas descubrieran irregularidades en su visado, no esperaba un final así. Trató de llegar de incógnito al aeropuerto, pero su vestimenta lo delató de inmediato en la hilera del check-in de la compañía British Airways.

El lefebvrista respiró aliviado cuando le confirmaron que había plazas en el vuelo a Londres, con escala en Sao Paulo. Adquirió el billete mientras un guardaespaldas comprobaba que no había sospechosos a su alrededor. En ese momento se acercó Norberto Dupesso, periodista de Todo Noticias, quien le preguntó qué opinaba sobre su salida forzosa de Argentina, pero enseguida fue apartado.

Williamson fue readmitido en el seno de la Iglesia católica por Benedicto XVI. Sin embargo, poco después de levantar la excomunión, el Papa lo escuchó decir que las cámaras de gas habían sido un invento. El Vaticano le reclamó sin suerte una rectificación, que hasta entonces realizaba tareas doctrinarias en un templo de su orden cerca de Buenos Aires. Cuando el jueves el Gobierno le dio 10 días para hacer las maletas por sus "despreciables declaraciones antisemitas", la Iglesia local dijo respirar aliviada.