Detrás de tanta recogida de información hay varios propósitos, tanto recoger datos para márketing y publicidad como crear perfiles más avanzados con información más compleja, o también, advierten las compañías de seguridad, captar datos para luego hacer phishing. Hasta el Instituto Nacional de Ciberseguridad de España (Incibe) advertía ayer de los riesgos de exponerse demasiado en Linkedin, una red social que en principio se usa para buscar trabajo y encontrar contactos laborales.

La meta más habitual, y legítima, de recabar datos suele ser la segmentación de audiencias. «Ya no es segmentación, sino hipersegmentación de audiencias. ¿Cuántos mensajes recibimos cada día y en cuántos nos fijamos? Hay que enviar cosas concretas a personas concretas, y hay que personalizar lo más posible», advierte Víctor Puig, experto en reputación digital y dueño de la agencia Zinkdo.

En Facebook, el tema lo han llevado al virtuosismo, y la capacidad para recabar gustos e intereses es tan grande que su facturación publicitaria no deja de subir. «Facebook te permite, por ejemplo, importar listas de correos electrónicos y dirigirte a personas que tienen un comportamiento similar. Así, si tengo una tienda de surf y subo los correos de mis clientes, Facebook enseñará mi anuncio a todos los que alguna vez hayan mostrado interés por el surf», explica Romuald Fons, experto en márketing digital y fundador de la agencia BigSeo. Facebook también admite el retargeting, una técnica en las webs que permite mostrar el mismo anuncio a un mismo usuario cuando ya ha abandonado una página, y en la que compite con otras muchas empresas: Criteo, Lifestreet o Flurry (propiedad de Yahoo).

La creación de perfiles para fines publicitarios es legal en Europa siempre que no se traten datos relacionados con la salud, las creencias políticas o religiosas, la orientación y vida sexual, raza y antecedentes penales. Este tipo de informaciones se consideran «especialmente protegidas» y requieren un consentimiento expreso de los afectados, según la ley española.

En EEUU, la legislación no es tan protectora y se ha permitido la existencia de los data brokers, que recogen y venden listas de perfiles no solo para mailings, sino a aseguradoras, farmacéuticas y organizaciones políticas sobre datos considerados sensibles. El Congreso de EEUU ha intentado poner freno a los desmanes y llamó a declarar a varias de ellas.

Algunas de estas empresas se dedican además a captar datos a partir de perfiles psicográficos, que pueden conseguirse, según Amnistía Internacional, a partir de siete céntimos de euro el perfil. Son Data Trust, Aristotle o PK List Marketing, entre otros. Una de ellas, MedBase200, estuvo acusada de vender datos sobre pacientes de alcoholismo y problemas de erección, y de víctimas de violaciones. Facebook, que sostiene que no vende la información de sus perfiles, fue acusada por The Guardian de afirmar que podía encontrar «adolescentes inseguros».