Las amas de casa de Arroyo, las excursiones parroquiales de Trujillo, los viajes de las asociaciones de vecinos de Llopis Ivorra, los estudiantes del instituto de Burguillos del Cerro, los ancianos marchosos de Mérida... Todos acaban en Xanadú.

Este centro comercial situado en la autovía de Extremadura, a 25 kilómetros de Madrid, se ha convertido en el destino turístico por excelencia de las excursiones a la capital. Unos van al Valle de los Caídos, otros al museo del Prado, éstos a ver al Real Madrid, aquéllos a visitar Fitur, pero todos acaban en Xanadú.

Aunque más allá de comer en Vips, tomar un cappuccino en el Café di Roma y conocer la tienda Zara-Hogar, lo que de verdad mola es calzarse unos esquíes, descender por las pistas de nieve artificial del complejo alpino megaguachi y regresar a Extremadura ufano y presumiendo: "Yo esquío en Xanadú".

Para quien no tiene equipo de esquiador, en Xanadú te alquilan el pack completo de esquíes o tabla de snowboard más botas, chaqueta y pantalón por 12 euros. Y después de deslizarte por la pista, puedes disfrutar del apr¨s-ski en el elegante café-restaurante de la cota cero, que hasta tiene chimeneas y sofás chéster para que te sientas como un príncipe monegasco en Saint-Moritz.

EL ´FORFAIT´ Y EL ´APRES-SKI´ ¿Que qué es el apr¨s-ski ? Pues lo que haces después de esquiar. Es lo que tienen estos deportes selectos, que has de aprenderte palabras nuevas y así te enriqueces: que si el forfait o precio que pagas por un día utilizando las pistas de nieve y los telesillas, que si el birdie y el eagle si juegas al golf, que si no se usa el artículo antes del sustantivo pádel, o sea, que se dice voy a jugar a pádel (si es otro deporte, sí se pone el artículo: al fútbol, al baloncesto).

Pero no sólo de Xanadú viven los esquiadores extremeños. A dos horas de Cáceres y a un poco más de Badajoz, las estaciones de Sierra de Béjar-La Covatilla y las de Covilha, en la Sierra de la Estrella, ofrecen nueve pistas y más de ocho kilómetros esquiables en el caso salmantino y ocho pistas (cinco con nieve artificial) en el complejo portugués.

Y no crean que falta glamour en la Sierra de la Estrella. Como es la única estación de esquí del país vecino, allí te codeas con lo más de lo más de la tele, la política y las finanzas lusas. Es algo así como Sierra Nevada o Baqueira en España. De hecho, el negocio marcha viento en popa y en la zona van a construir un casino, un centro de congresos, diversas aldeas de montaña, dos hoteles y 600 apartamentos que se unirán a los dos hoteles y varios complejos de bungalows que ya existen a pie de pista.

A Covilha se llega en un par de horas desde Cáceres. Hay autovía gratuita desde Castelo Branco y las pistas quedan a una media hora de la capital de la Sierra de la Estrella. Están situadas a 1.988 metros de altitud y el alquiler de un equipo completo durante un día sale por 27 euros. Acaban de instalar un sistema de forfaits que es lo último en Europa: detectan la tarjeta sin sacarla del bolsillo, operación que embutido en plumíferos y a diez bajo cero se antojaba engorrosa.

Mientras se acaba de construir el casino, el apr¨s-ski portugués no acaba de despegar. Hay un nuevo edificio de servicios a pie de pista, pero no entusiasma demasiado. En Covilha hay algo de marcha y siempre queda el recurso de hacerse 60 kilómetros hasta Castelo Branco para ponerse hasta arriba de platos regionales en el popular restaurante Arcadia.

La afición de los extremeños al esquí parece ir en aumento. Cada vez se ven más coches con portaesquíes sobre el capó y ya hay tiendas de deportes como Anappurna Xtreme en Cáceres que alquilan material para la nieve. De todas maneras, en la región, lo más socorrido sigue siendo irse a esquiar a La Covatilla.

Dicen quienes saben que la estación bejarana es ideal para el aprendizaje. Cada año crece un poco más: se aumentan las pistas, las plazas de aparcamiento, la capacidad del telesilla... Tiene una pista de esquí de fondo con 10 kilómetros de huella. La cota mínima está situada a 2.000 metros y la máxima, a 2.368.

Cuenta con una agradable cafetería donde se puede comer, aunque el apr¨s-ski resulta mucho más tentador si se disfruta en el restaurante El Casino, de El Barco de Avila (a 30 kilómetros de La Covatilla), tomando unas judías de El Barco con setas y un cuarto de lechazo asado en leña. Otra opción para reponer fuerzas tras los deslizamientos es el chuletón de ternera, para los castizos, o el boletus con micuit de pato y yema de huevo, para los esquiadores sofisticados, en el restaurante Gran Duque de Piedrahita.