Cada vez parece más claro que José Luis Rodríguez Zapatero planea cerrar la central nuclear de Garoña (Burgos). Si la semana pasada dijo que será fiel a su compromiso antinuclear, ayer pasó directamente a desvelar algunos de los argumentos que previsiblemente le llevarán, antes del 5 de julio, a impedir que la central más antigua de España continúe en funcionamiento más allá del 2011, cuando cumplirá 40 años.

El presidente explicó en una entrevista en la cadena de televisión Cuatro que aunque el Consejo de Seguridad Nuclear haya certificado que la planta es segura si cumple 15 requisitos, la responsabilidad si se produce un accidente será del Gobierno, y no de los técnicos. Por tanto, afirmó, "es una decisión trascendente, de política energética y de sentido de la responsabilidad".

El jefe del Ejecutivo recurrió al panorama internacional para concluir que la "norma" ha sido cerrar las centrales antiguas. Así, puso como ejemplo que solo en el Reino Unido existe una central con más de 40 años, que se va a cerrar dentro de dos. También recalcó que EEUU y otros países han clausurado instalaciones. En resumen, remató, "la excepción es la prórroga".

RENOVABLES El presidente argumentó que cerrar Garoña tendrá un "impacto neutro" en el sistema energético, mencionó el problema de los residuos, y alabó el potencial español para el uso de fuentes renovables: "No se trata de renunciar a la nuclear, sino de ir combinándola con las renovables", afirmó.

En respuesta a las declaraciones de Felipe González en contra del cierre de la central, comentó que "no se ven las cosas igual" en el Gobierno que fuera y recordó que el expresidente "paró varias centrales". En cambio, Nuclenor, propietaria de Garoña, contrarrestó las cifras de Zapatero al asegurar que hay muchas centrales como la burgalesa con prórrogas hasta los 60 años.