La devastadora gota fría que arrasó el sudeste peninsular con riadas e inundaciones apenas ha revertido la falta de agua en los embalses cercanos a la zona cero. «La reserva hídrica no ha variado mucho a pesar de todas estas precipitaciones. La mayoría se han producido en la costa y no han alimentado los pantanos tanto como cabía esperar. A pesar de todo, la cuenca del Segura se ha recuperado algo», explicó ayer el delegado de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) en Cataluña, Antonio Conesa, quien también puntualizó que habitualmente las reservas del Segura suelen estar bajas dada la pluviometría escasa de la zona y la gran capacidad de embalse, y ahora está al 26%. «Allí llueve poco y además el consumo es alto, sobre todo en riegos para la agricultura, por tanto es difícil ver grandes reservas», dijo.

En términos generales, el verano en España ha sido en su conjunto «seco», según la Aemet, con una precipitación media de 64 litros de agua por metro cuadrado, un valor que queda un 14% por debajo del valor medio del trimestre según el periodo de referencia (1981-2010). Junio fue muy seco, con precipitaciones muy inferiores al valor normal, seguido por un julio muy húmedo y un agosto húmedo.

El déficit de precipitación del año hidrológico ha estado fluctuando en torno al 15% y el 16% por debajo de lo normal en julio y agosto, y esta media descendió hasta un 12% como consecuencia del «episodio extraordinario de precipitaciones intensas entre los días 10 y 15 de septiembre». Los efectos de la depresión aislada en niveles altos (DANA) fueron especialmente visibles entre las provincias de Alicante y Murcia, así como en el noreste de la de Granada, donde se duplican los valores normales.

Los efectos de la DANA fueron previstos con suficiente antelación por parte de la Aemet, asegura Conesa, quien recuerda las «alertas rojas» lanzadas desde la agencia y consideró fundamental tomar medidas preventivas como la limpieza de los cauces, la creación de zonas inundables para quitarle fuerza a las riadas y el dejar margen de reserva en los pantanos. «Uno de los efectos esperados del cambio climático es que podemos tener unos periodos de sequía más largos y cuando llueva será más intenso. Todo puede llegar a ser más extremo», advirtió Conesa.

La crisis climática también se traduce en veranos más largos y más cálidos. La tendencia es clara, según los diferentes análisis de la Aemet.