En Italia no existe una normativa nacional sobre las medidas a tomar para combatir la contaminación producida por los vehículos, por lo que cada municipio toma las decisiones que considera más oportunas. De acuerdo con los datos europeos, facilitados por Earth Germania y European Environmental Bureau (EEB), relativas a la lucha contra la polución en 17 capitales europeas, Milán y Roma ocupan los últimos lugares de la clasificación. Son desde hace años las ciudades más contaminadas. La Agencia Europea para el Medio Ambiente calcula que cada año mueren en Italia de forma prematura 84.400 personas por este motivo.

Con el inicio del siglo XXI, se intentó un control obligatorio de las emisiones de cada vehículo, independientemente del año de su matriculación y del lugar de residencia, que debía pasar una revisión específica, distinta de la ITV, cada dos años. A partir del 2012, la ITV y el control de emisiones se efectúan conjuntamente y quien no supera ambos no puede circular hasta que no arregle su vehículo.

Sin embargo, la medida, experimentada durante unos dos años, no resultó suficiente, por lo que las ciudades añadieron unas estaciones callejeras de control de contaminantes, que son poco más de una docena en Milán y en Roma, las capitales más afectadas por el fenómeno.

Cuando una sola de dichas estaciones supera por más de tres días los límites europeos de emisiones, se aplican una serie sucesiva de restricciones y, si la contaminación no disminuye, las medidas sobre el tráfico motorizado se vuelven cada vez más drásticas, como el bloqueo total del tráfico y, en invierno, el límite a 18 grados de las calefacciones.

Estas medidas se enmarcan y aplican dentro de una especie de división de las ciudades en lo que se llama «zona de tráfico limitado» (ZTL) y que se podría definir como «zona roja» (los centros históricos). Más allá, suele haber una «zona verde», más amplia, que abarca la parte más central del casco urbano y puede tener un radio de hasta cinco kilómetros. El perimétro de la zona está señalizado con carteles.

EL PRECIO DE LAS AUTORIZACIONES / En Roma, la autorización ZTL se da a los residentes previo pago de entre 94 y 125 euros, salvo en el centro histórico, donde la tasa asciende a 222 euros. También se concede a quienes ejercen alguna actividad en la zona restringida. Los coches híbridos, a gas o eléctricos pagan menos. A pesar de este rosario de medidas, no siempre las ciudades consiguen domar la contaminación. El informe de Legambiente del 2015 especifica que Milán superó durante 97 días los valores máximos de partículas. En Roma, siete de las 13 centralitas de control señalaron que hubo 35 días con exceso de contaminación ambiental. ROSSEND DOMÈNECH