No solo hablamos por la boca. En un encuentro cara a cara, la expresión del rostro, la postura de las manos o la inclinación de la espalda a veces dice más que las palabras. La información no verbal es un terreno de la comunicación no siempre valorado. Se tiende a despreciar la influencia que la actitud tiene en una cita, ya sea en el ascensor, en un lance amoroso o en una entrevista de trabajo.

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No es lo mismo sentarse con un interlocutor frente a frente, lo que transmite confrontación, que guardar con él un ángulo de 90 grados, situación que invita a la colaboración. No es igual escuchar al otro formando un triángulo con las manos bajo la barbilla, lo que manifiesta interés, que hacerlo con los brazos cruzados, que comunica rechazo.

¿A quién no le han extendido alguna vez la mano con la palma boca abajo? Cuidado: esa amable persona solo quiere llevar el mando del encuentro. No es raro que los políticos muestren las palmas de sus manos en los mítines: es el mejor truco para transmitir sinceridad, aunque lo que digan sea totalmente falso.

El experto en comunicación no verbal José Hermida lleva años descodificando ese menú de gestos y ha reunido muchas de esas claves en su libro Hablar sin palabras, donde ilumina los mensajes que esconden las expresiones. A la luz de ese código, ha aceptado radiografiar la puesta en escena de ocho personajes. Y subraya una norma común: "Los gestos transmiten actitudes y posicionan al que habla, pero a la larga no engañan a la gente. Al final, tras los gestos, se ve cómo es cada cual".