Según un peculiar estudio científico, todos los osos polares son zurdos. ¿Y cuántas décadas llevan ya estos gigantes del hielo con la soga de la extinción al cuello? Muchos. Se diría que desde siempre. Pero ahí están, pegando zarpazos y abriéndose paso con la siniestra en el terreno más hostil de la Tierra. Estas enormes criaturas blancas, solitarias y combativas, son quizá el ejemplo más poético de lo que significa ser zurdo; de lo que significa vivir en un mundo al revés hecho a la medida de los diestros. Hoy, los osos polares, como todos los que se rigen por el hemisferio derecho del cerebro, celebran su día internacional. Si conocen a un zurdo, felicítenle y denle la mano. ¿Por qué no la izquierda?

La Biblia es algo subjetiva en esta materia. Incluye más de 100 referencias favorables a la mano derecha --la que se usa para bendecir-- y unas 25 que relacionan a la izquierda con lo demoniaco. En el juicio final, los que estaban a la izquierda del Padre no fueron escuchados. "Es cierto que la historia no ha tratado muy bien a los zurdos y que, por suerte, todo ese mundo de reproches ya pasó, pero en pleno siglo XXI siguen siendo olvidados, sobre todo en la educación. Se ha pasado de la represión al dejar hacer", lamenta José Eugenio Ortega, profesor de la Universidad Autónoma de Psicobiología de Madrid y uno de los pocos investigadores que se han interesado por la zurdería en España.

PERSONAS INVISIBLES Los zurdos son invisibles para la gran mayoría del sistema educativo, que, en lugar de formar en el uso de la mano izquierda, "ha dejado que la inercia hiciera aparecer en estos niños muchos problemas de escritura que, de no ser corregidos a tiempo, pueden causar serios problemas posturales e incluso de aprendizaje", alerta Ortega. Además, muchos padres, señala, fuerzan a sus hijos a utilizar material de diestros en lugar de facilitarles el que necesitan. Esto puede convertirlos en "alumnos torpes", además de transformar su condición física en un complejo.

Muchos de los zurdos que vivieron el franquismo recuerdan su etapa escolar con cierta acidez de estómago. Son zurdos contrariados. La mano atada a la silla o a la espalda, cachetes con la regla de madera en los dedos o, simple y llanamente, palizas. Todo valía en tiempos del blanco y negro para corregir lo que se creía una anomalía. En los 80, se calculaba que eran el 7% de la población. Desde entonces, que se sepa, nadie se ha puesto a contarlos. Se presupone que el porcentaje sigue "por debajo del 10%". Pero subiendo. Hay un precedente esperanzador. Australia, que legalizó la zurdez en 1903, ya supera holgadamente el 11% de zurdos. "Se necesitarán al menos tres generaciones para que España pueda rebasar esta cifra", apunta Ortega. Si esta teoría es correcta, aún nos queda una camada desde el fin del régimen.

En la era de los derechos sociales, importantes colectivos como el de los homosexuales han dado un importante y necesario salto cualitativo en las últimas décadas. Así, se hace todavía más difícil entender el ninguneo al que siguen sometidos los zurdos, que parecen reducidos a la categoría de anécdota o reducto curioso, cuando de lo que se trata es de un modo de vivir.

PELIGROSO ESTIGMA Odalys Hernández es la encargada de la tienda Mano Zurda, en Madrid. Este establecimiento se puso en contacto con más de 1.000 colegios infantiles y de primaria para divulgar la importancia de potenciar las habilidades de los niños zurdos con el uso del material adecuado. Solo cinco escuelas respondieron. De acuerdo que hablamos de la promoción de un negocio, pero el dato refleja hasta qué punto la educación ningunea a los zurdos. "Muchos padres aún te dicen esa frase tan típica de como mi niño es zurdo...´, y creen que es un estigma que les convierte en personas inferiores al resto", asegura.

Ortega está realizando un estudio en niños de 6 a 12 años que escriben con la izquierda. Más de la mitad cogen el lápiz "de pena", afirma. "Montan el pulgar, colocan mal el papel, adoptan posturas forzadas. Más que coger, empuñan el lápiz. Fuerzan la muñeca y el antebrazo, escriben las letras al revés y con mayor lentitud y colocan la espalda fatal", resume. Menudo panorama. Y lo peor, prosigue, es que los profesores ni siquiera habían notado el problema.

Más allá de la escritura errática, Ortega alerta de que muchos de estos alumnos "se sienten marginados y resentidos porque saben que son distintos a la mayoría de sus compañeros de clase". Para corregir esta situación, este profesor de la Autónoma de Madrid realiza cursos de reeducación en los que enseña a los pequeños zurdos a hacer las letras y los números de manera correcta. Más allá de los 12 años, la probabilidad de reparar con éxito se reduce drásticamente.

El problema es de raíz. en la Facultad de Magisterio, por ejemplo, no se explica, según Ortega, nada sobre cómo tratar la evolución de los alumnos zurdos. Cuando se habla de escritura, solo se pone el acento en qué se escribe y no en cómo se escribe. En la de Psicología se habla en profundidad de hemisferios cerebrales pero no de zurdos y diestros. "España es uno de los países con más zurdos que escriben mal", alerta. Al menos, desde 1992, los zurdos tienen, ni que sea por un día, 24 horas para convencer al mundo de que lo siniestro es no hacerles caso.