Diputado del PSOE al Congreso por Badajoz

El secretario de Estado norteamericano no ha sorprendido a casi nadie en su intervención ante el Consejo de Seguridad, apuntando tan sólo indicios y sospechas, ninguna evidencia, ninguna prueba concluyente, en fin, lo ya sabido y sabido por todos.

Quien sí ha sorprendido ha sido Aznar, que intervenía en el Congreso prácticamente a la vez que Powell ante el Consejo de Seguridad. Y ha sorprendido mucho porque disponía de más información que el secretario de Estado norteamericano. Listas, detalles, contactos, en definitiva una información exhaustiva, que o bien Bush se la ha dado, por tener más confianza en él que en su propio secretario de Estado, o bien se la han suministrado nuestros propios servicios de investigación, y mira por dónde, el reformado CESID desplaza en eficiencia a la CIA.

La verdad, es que ganas dan de echarle humor al trance si no se tratara de algo tan serio como la guerra. El no a la guerra fue unánime por parte de todos los grupos parlamentarios excepción hecha del PP. Incluso los normalmente afines Coalición Canaria y CiU se alinearon clarísimamente con el no a la guerra. La soledad del Gobierno en el interior es manifiesta. Es más, dentro del propio Grupo Popular, y lógicamente en privado, se constata el distanciamiento y la falta de entusiasmo con que algunos siguen las tesis de Aznar. Lo cual con franqueza me consuela y satisface, y no en clave política de oposición-gobierno, sino porque compruebo que este ciego seguidismo de Bush, con el que Aznar está arrastrando al Gobierno de España, parece cada vez más, fruto de un interés puramente personal y empieza a ser visto con recelo por algunos sectores de la propia derecha.

Los ciudadanos de la UE debemos reaccionar y hacerlo no en claves territoriales, sino en claves de la Unión, la macabra broma de la Europa joven y de la Europa vieja, encierra una carga de ruptura preñada de los peores presagios. Polacos y checos tienen motivos históricos de mucho peso para recelar de Alemania, pero en la superación de estos recelos se fundamenta la UE y el oportunismo nacionalista en el grupo de la UE que lideran Blair y Aznar es evidente. Aplicar las viejas teorías de unos nacionalismos históricos en la formación de la UE es la mejor manera de impedir que este proyecto salga adelante. Proyecto que es el único que nos garantiza a los europeos una cierta posición de independencia y dignidad, frente a la expansión imperial norteamericana.

Por otro lado, se asume ya como un hecho, el debate bilateral, una poderosa nación. Los EEUU y el resto del mundo, lo que sin duda empequeñece las Naciones Unidas, y en este marco resulta grave asegurar, como hizo en el Congreso Aznar, que la UE no puede hacer política exterior fuera del marco de la OTAN. Esto es tanto como negarnos a los europeos nuestra propia capacidad para ser independientes y a Aznar lo coloca más cerca del delegado de los Estados Unidos en la UE que de jefe de Gobierno de España.

Y en el fondo de todo está una profunda crisis económica, de la que nadie sabe cómo salir, pero en la que todos los indicadores económicos, nacionales, europeos e internacionales apuntan a una situación que comienza a ser alarmante. Intentar resolverla con una guerra es una forma muy primitiva de hacerlo, claro que el césar Bush no es Marco Aurelio precisamente.