Los forenses que atendieron al acusado de asesinar con una barra de hormigón a su vecina y pariente en Cabezabellosa afirman que sufrió un trastorno psíquico agudo con ideas delirantes, que condicionó su conducta el día de los hechos. Los peritos, que declararon ayer en la segunda sesión del juicio, aseguraron que, tras el crimen, Jorge P. R., de 38 años, se encontraba muy alterado y les manifestó en varias ocasiones que oía voces que le decían lo que tenía que hacer con Petra, la fallecida, de 85 años. Los forenses consideran además que en su estado también influyeron las sustancias estupefacientes que había consumido con anterioridad al crimen.

Tal y como creen el Ministerio Fiscal y la acusación particular el acusado irrumpió en casa de la víctima en busca de droga._Aporreó la puerta con una barra de hormigón y ella se despertó por los golpes. Al comprobar que se trataba de Jorge P. R., al que conocía perfectamente porque siempre estaba dispuesto a ayudarla, le abrió la puerta. En ese momento el procesado irrumpió con fuerza y la tiró al suelo.

Registró la casa en busca de la droga y al no encontrarla volvió a donde se encontraba la anciana, le quitó el camisón y la golpeó con los cascotes de hormigón con los que había apaleado la puerta para conseguir acceder a la vivienda. Los golpes le desfiguraron el rostro. Él aseguró en la primera sesión del juicio que no recuerda nada y que en ese momento creía que era Satán. Y acusó a su mujer y a una amiga, con la que habían hecho rituales y misas negras, de haberle drogado con ayahuasca.

La versión de los forenses y del acusado fue corroborada también por dos de los cinco testigos que prestaron ayer declaración ante el tribunal del jurado. Entre ellos se encontraba su hermana, que acudió al lugar del asesinato minutos después. Dijo que llevaba unas semanas notando raro a su hermano y que incluso él le llegó a comentar que no se encontraba bien. «Cuando llegué no era mi hermano, estaba fuera de sí, decía que era Satanás, que estaba en París y hablaba en verso. Se puso de rodillas mirando a la Virgen (hacia el lado donde está la patrona de Cabezabellosa) y decía ‘los abuelos han muerto, es hoy’. Nada de lo que decía tenía sentido», recuerda su hermana.

También declaró un primo suyo que acudió al lugar del crimen. Intentó calmar al procesado pero le fue imposible porque estaba «como loco». Aseguró que en aquel momento Jorge P. R. pensaba que había matado a un hijo de la fallecida en lugar de a la anciana. «Después se tapó con una manta y dijo ‘ahora ya estoy seguro’», añadió.

MISAS NEGRAS Y RITUALES

En la segunda sesión del juicio prestó declaración además la mujer con la que supuestamente habían hecho vudú y que le había drogado con ayahuasca. Lo negó todo. Su declaración fue un poco confusa e incurrió en varias contradicciones aunque terminó explicando que conocía esa sustancia y que había hablado sobre ella con el matrimonio: «No hago nada de satanismo ni magia negra ni nada de esto. Lo único que he hecho ha sido limpiar mi casa con agua y vinagre en luna menguante», aclaró. Esto último se conoce como el ‘ritual de la luna menguante’ y sirve para limpiar las energías negativas.

Ayer también declararon los habitantes de la segunda casa en la que irrumpió el acusado, que aseguraron que estaba «muy agresivo» y que les amenazó con matarles. Jorge P. R. creía que mantenían relaciones con su mujer, algo de lo que acusó también a los guardias civiles que le detuvieron. Y los forenses que analizaron el cuerpo de la fallecida, que confirmaron que murió por los golpes que le propinó el procesado y no por el golpe que se dio en la cabeza al caer contra las escaleras.

El acusado se enfrenta a 25 años de prisión. Su defensa pide que se le interne en un psiquiátrico. El juicio terminará hoy.