Francisca García González, de 80 años, falleció ayer por la tarde trágicamente cuando se vino abajo parte de la azotea de su vivienda y cayó encima de la salita donde se encontraba. La mujer quedó sepultada y su cuerpo tuvo que ser rescatado por los bomberos. Cuando la encontraron, ya había muerto, Al parecer, el derrumbe se produjo por el exceso de peso en la azotea, donde se acumulaban enseres, basura y objetos de todo tipo, que también se amontonaban en el resto de la casa. La anciana vivía con dos de sus hijos, Bernardo y Antonio, que en el momento de lo ocurrido también estaban en la casa. Sufrieron heridas leves pero pudieron salir por su propio pie.

Ocurrió a las 16.20 horas en el número 34 de la calle Marqués de Casas Cagigal, en la parte antigua del Cerro de Reyes. La vivienda es de una sola planta y se prolonga hasta la calle de atrás, paralela, donde tiene una puerta trasera.

Al lugar del suceso acudieron los bomberos del servicio municipal, la Policía Local de Badajoz, la Policía Nacional y Cruz Roja. Según los bomberos, la azotea tenía mucha carga de peso de material y eso hizo que se viniese abajo. En la casa había «todo tipo de basura», lo que indica que algún miembro en la familia padece síndrome de Diógenes. Ocupaba todas las habitaciones, el cuarto de baño, pasillos e incluso encima de las camas: juguetes en desuso, electrodomésticos estropeados, muchas maletas y plásticos inservibles.

Tras el derrumbe, algunos vecinos ayudaron a retirar escombros y enseres para facilitar el rescate, pues sabían que la mujer estaba dentro. Cuando los bomberos llegaron confiaban en que encontrarían con vida a la anciana porque escuchaban un sonido. Pero comprobaron que los ruidos procedían de un gato que se encontraba a su lado. Los bomberos tardaron más de una hora en rescatar el cuerpo pues los trabajos para liberarlo se tuvieron que hacer a mano y con cuidado. Fue una labor lenta porque la carga que cayó sobre la anciana fue «importante».

Su hijo Bernardo se afanaba en recoger a los gatos con los que convivían. Tienen «unos cuantos» y los trasladó a un local próximo que ocupan en alquiler en la esquina con la calle Albuera, donde también acumulan enseres de todo tipo. En declaraciones a este diario explicó que su madre se encontraba en la habitación que se ha derrumbado y que ella usaba de salón. «Se ha caído todo», contó. Bernardo se percató porque se cayó algo de la terraza «y le dije a mi hermano que mirara por si acaso y fue cuando nos enteramos de todo». Los hijos se encontraban en otra parte de la casa. Francisca tiene otra hija, Ana, que vive en Alemania.

Después del suceso, de la casa afectada no dejaban de sacar escombros y basura. Una vez que se vacíe habrá que repararla porque esta parte de la casa no se puede ocupar. A la vivienda se acercó el arquitecto municipal para comprobar los daños.

Muchos de los vecinos de la calle donde vivía Francisca no la veían desde hacía años, pues apenas salía de casa y ninguno a los que preguntó este periódico sabía su nombre.