El tribunal del jurado declara culpable de asesinato a Julia Benítez, acusada de acabar con la vida de José Sánchez en Madrigalejo el 17 de junio del 2017. Consideran probado que ambos mantenían una relación sentimental por lo que le aplican la agravante de parentesco.

Estiman, no obstante, que la investigada tenía un trastorno psicológico por lo que le aplican también la atenuante mixta de alteración psíquica. Por ello el Ministerio Público rebaja tres años y deja en 20 años la solicitud de la pena de prisión. Su defensa insiste en que se trató de un homicidio por lo que pide ocho años de prisión. Ahora el tribunal deberá fijar la sentencia.

Los hechos ocurrieron en junio del 2018. Lo mató el día 17 (sábado) pero no fue hasta dos días más tarde cuando se descubrió el cuerpo mientras la acusada intentaba calcinarlo para deshacerse de él. El crimen dejó tocado al pueblo de Madrigalejo, localidad en la que residían ambos. El fallecido, José Sánchez, era feriante y muy querido en el municipio. Le apodaban ‘Pepe el sonrisas’ porque siempre estaba sonriendo. Ella ha estado en prisión provisional desde que fue detenida.

En su declaración en el juicio de esta semana contó su versión de los hechos aunque se negó a responder a las preguntas del Ministerio Público. Aseguró que ese día ella se encontraba tumbada en la cama chateando en el ordenador cuando el fallecido irrumpió en la casa de forma brusca: «Dio un golpe en la puerta y rompió el cristal», señaló. Después deambuló por el pasillo: «Venía nervioso, estaba bebido y alterado».

Al llegar al dormitorio donde se encontraba la acusada, según su versión, comenzó a insultarla y a recriminarle que no quería mantener relaciones sexuales con él. La investigada sostiene que no eran pareja, a pesar de que residían en el mismo domicilio (algunos testigos reconocieron que él sí la presentaba como su novia pero ella muchas veces no). Dice que vivían juntos porque trabajaba para él en la feria y era una forma de pagarle. En cambio ella sí mantenía relaciones con otros hombres. De hecho tuvo un noviazgo durante ocho años con un vecino de Los Santos de Maimona que llegó a vivir un tiempo en la casa de ambos en Madrigalejo, tal y como este último corroboró en el juicio, donde fue citado en calidad de testigo.

Tras los insultos, continuó la acusada, comenzó a desnudarse y se tiró sobre ella. «Me empezó a toquetear a la vez que me insultaba, me hizo daño», contó a la sala. Su única intención, añadió, era un encuentro sexual con ella. Según sostiene no era el primer episodio de celos. «Le dije ¡déjame que me das asco!, pero seguía igual». Consiguió zafarse y levantarse de la cama. Después cogió un martillo que guardaba en la mesilla de noche y le golpeó. «Me entró una cosa bastante grande en la cabeza, veía una cosa negra con puntos colorados. No me encontraba bien, estaba como loca pero no quería matarlo», declaró a preguntas de su abogado, Carlos Jesús Tovar.

Tras el crimen buscó durante dos días un cerdo para que se comiera el cadáver. «Ella insistía en que quería uno grande, pero no tenía», declaró quien se lo vendió. Finalmente se llevó un lechón, que no llegó a comerse el cuerpo. Al no conseguirlo decidió quemarlo. El humo del incendió alertó a los vecinos, que llamaron a la policía. En la casa se personó el jefe de la Policía Local de Madrigalejo, que acudió al lugar a pesar de no estar de servicio.

La acusada intentó borrar las pruebas del crimen. Así lo creen los agentes del laboratorio de criminalística de la comandancia de la Guardia Civil de Cáceres que realizaron una inspección ocular del escenario en el que se sucedieron los hechos.