Alberto Chicote ha vuelto con más programas de Pesadilla en la cocina (La Sexta) y sus fans se frotan las manos. Quieren comprobar si aún puede superarse mostrando ollas con restos fosilizados, productos más caducados que un carnet de videoclub y propietarios con profunda miopía para la evidencia. Y lo logra. Como logra destapar las malas praxis en la alimentación en su valiente programa de denuncia ¿Te lo vas a comer?

-Había sed de ‘Pesadilla en la cocina’. Hacía más de un año que no se estrenaba temporada...

-Sí, parece ser que había muchas expectativas. Muchos pesadillistas me decían que iban viendo las reposiciones todos los domingos, pero tenían ganas de programas nuevos.

-Es inagotable la fuente de restaurantes con mala praxis.

-Sí. Y, además, en esta temporada vamos a tipos de locales a los que no habíamos ido antes: un mosto, un kebab, un self service, un food truck... El food truck fue muy particular de grabar, porque, imagínese, estaba en la plaza del pueblo y eso de grabar al aire libre...

-Máxima expectación, claro.

-Ni lo imagina. Siempre entras en el interior del local y, aunque la gente tenga interés por saber qué pasa, no lo ve. Pero con un food truck en medio de la plaza del pueblo…

-La gente pone un restaurante como si fuera un puesto de pipas.

-El restaurante ha sido durante muchísimo tiempo un valor refugio para quien desgraciadamente no tenía trabajo o no tenía mucho que hacer. Monto un restaurante y, a las malas, uno se dedica a cocinar, otro a atender la barra y otro, las mesas. Pero cuando no se tiene conocimiento del negocio o del oficio, ocurren cosas. Y la mayoría no son buenas. Igual lo saca adelante, pero es complicado.

-En España hay grandes chefs y restauradores que no llegan al mínimo.

-En este país nos gusta comer y disfrutamos mucho de la gastronomía. Y hay una riqueza y una cantidad de establecimientos enorme. Con lo que aquí hay de todo. Hay gente que lo hace maravillosamente, los más, y, por desgracia, otros que no saben qué hacer para sacar su negocio adelante.

-¿El principal problema suele ser la cabezonería del propietario?

-En muchas ocasiones ocurre esto y en otras hay falta de conocimiento, o desánimo o desidia. ¿Para qué limpiar si no entra nadie? Y hace que acabe en un desbarajuste de categoría.

-Si encima son negocios familiares...

-Cuando hablamos de negocios que son pequeños, que tienen cuatro, cinco o seis empleados, son un refugio para los miembros de la familia o las amistades. Y ahí se juntan todo tipo de conflictos, no solo temas laborales, sino también los personales, sentimentales... Es una olla a presión que, un día u otro, más tarde o temprano, estalla.

-¡Y cómo estalla usted! Sus cabreos son monumentales.

-Es que llega un momento que pienso: ¿y por dónde le meto la mano yo a esto? No es tan sencillo. Cuando eres incapaz de ver cosas tan básicas y encima niegas la evidencia... Porque buena parte de la gente que reclama tu ayuda se niega a reconocer su parte de culpa. Y ahí se produce un choque de trenes y por algún lado tiene que salir.

-¿Y no le da pena regañarles?

-Hombre, pena, pena... Yo siempre pienso que el objetivo final es lo que cuenta. Y si hay que pasar por ahí para conseguirlo, bienvenido sea. Por mucho que te lleves un mal rato.

-Pero no siempre lo consigue. Y algunos acaban cerrando.

-Cuando acabamos el trabajo que les hace Pesadilla..., yo les digo a todos y cada uno: no os penséis que por tener el restaurante muy bonito y salir en la tele va a venir aquí todo el mundo. Ahora es cuando empieza de verdad el trabajo duro. Yo sé que, desde el punto de vista de los restaurantes, puede parecer que lo duro es cuando va Chicote ahí. No. Lo duro empieza cuando nos vamos. Porque el público irá a reclamarte lo que no hacías antes.

-Su otro programa, ‘¿Te lo vas a comer?’, es una apuesta muy valiente.

-Y muy gratificante, además. La idea fundamental vino de Mario López, director de La Sexta: poder dar voz en estos temas de alimentación a una gente que llevaba tiempo reclamando que alguien les atienda. Porque quien debe pasa de ellos. Y nosotros llegamos ahí para darles voz y contarle a la gente qué está pasando, ya que deben conocerlo.

-Se meten en una escuela, en un geriátrico… y hasta con el Ejército.

-Nos metemos ahí de cabeza y sin miedo, porque creemos que la razón nos asiste. Y si hay que pedir explicaciones y hay que ser claros y tajantes, pues adelante. Todo el equipo tenemos el mismo espíritu.

-¿Es un compromiso personal?

-Cuando iniciamos el proyecto, ambos coincidimos en que era una evolución natural. En Pesadilla... le prestamos un conocimiento o ayuda a quien te lo reclama. Pero, aquí, quien nos lo pide es gente que está sufriendo. Si las instituciones pertinentes no te atienden, vamos a contarlo en un programa de prime time. Y es muy de alabar que La Sexta programe a esa hora un espacio denuncia en lugar de entretenimiento.

-Donde sí disfruta es con las Campanadas. ¿Repetirá este año?

-Aún no lo sé. A mí me parece algo maravilloso. Salvo quien tenga que trabajar, todos los españoles estamos siguiéndolas por un medio de comunicación. Y formar parte de eso me parece maravilloso. Ya sea en Antena 3, en La Sexta, con Cristina Pedroche o con Andrea Ropero, que son compañeras maravillosas. Siempre lo he entendido como un regalo.

-Y lo vive a tope. Incluso se ha atrevido con transparencias.

-Siempre buscamos algún guiño para que no sea una simple retransmisión. Buscamos que sea divertido.