--¿Qué opinión tenía de Alfonso de Borbón antes de la serie?

--Creo que desconocemos parte de la historia de los personajes importantes de España, como era él. Era un hombre al que la responsabilidad histórica que creía tener le pudo en su vida. Su voluntad de ser feliz se veía contrarrestada por esa necesidad de cumplir esa responsabilidad, y que nunca cumplió.

--Su imagen es la de una persona triste y amargada que tuvo muy mala suerte en la vida...

--La gente cercana a él con la que he hablado me ha dicho todo lo contrario: que era muy simpático con los amigos pero muy distante con la gente que no conocía.

--¿Cómo era en la intimidad?

--Era una persona que luchó por tener una familia que no tuvo nunca. El vivió en soledad toda la adolescencia y la juventud. Por eso estuvo buscando y peleando por disfrutar de una familia, mucho más allá de los tronos. Por otro lado, su sentido de la responsabilidad y su educación se convertían en una coraza difícil de atravesar. Lo que buscamos en esta serie es descubrir qué había tras esa coraza.

--¿Qué opinión le merece después de ahondar en su vida?

--Al margen de pensamientos políticos, cuyos principios evidentemente no comparto, me parece un luchador y a mí la gente luchadora me cae bien por norma. La imagen que tenía era la del primo del Rey que podría haber sido Rey y se mató esquiando. Pero eso de que se casó con Carmen Martínez-Bordiú, la nieta de Franco, para intentar llegar a ser coronado... Cuando profundizas, te das cuenta de que no era así, y de que el hombre se enamoró perdidamente de alguien que le iba a llevar a que le criticaran más todavía.

--¿Habló con su viuda para que le ayudara a construir el personaje?

--No, he preferido tomar un café con Mirta Miller (actriz que fue pareja sentimental de Alfonso). Prefiero más basarme en el guión escrito y después sacar mis propias conclusiones. Pero no a partir de lo que me cuentan, sino de la información que obtengo sobre el personaje. Mirta me dijo que era un hombre muy agradable, muy educado y muy simpático. Además de elegante y cariñoso.

--¿Hubiera sido un buen rey?

--Afortunadamente, la llegada de un rey como Juan Carlos trajo la democracia a España. Creo que con Alfonso hubiera sido más complicado, porque era un persona afín al régimen de Franco en modos de pensar y maneras de ver las cosas.

--¿Qué ha hecho para transmitir ese espíritu trágico que le acompañó toda su vida?

--Si contemplamos las fotos, se ve cómo se va destruyendo físicamente y avejentando mucho más rápido de lo normal. Tras el accidente en que perdió a su hijo, el cambio es radical: parece otra persona. He intentado trabajar esto mucho como actor.

--¿Se incide en su lucha por los derechos dinásticos?

--Hay varias tramas. Una de ellas es esa lucha, pero más que por los derechos dinásticos, por el hecho de que se respetase su lugar en la línea sucesoria. Esta es una pelea que a los que no somos monárquicos nos puede sonar a chino, pero él lo tenía como derecho heredado. La trama fundamental, y que quizá conozcamos todos menos, es la forma de vivir esas emociones y ver cómo cosas como los derechos hereditarios se iban quedando atrás frente a otras cosas más importantes. A mí me sabe mal como actor haber descubierto ahora que este hombre fue presidente del Comité Olímpico Español cuando le dieron a Barcelona los Juegos. Este hombre estuvo además en el Instituto de Cultura Hispanoamericana y recuperó los premios Cervantes. Hay cosas de esta persona que debemos rescatar.

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