En la teleserie Cuéntame cómo pasó (TVE-1) retrataron esta semana aquellas extrañas elecciones municipales --se llamaban orgánicas-- que el franquismo se inventó en noviembre de 1970 para hacernos creer que había democracia. Fue una convocatoria más falsa que un duro sevillano. En la comedia nos hacen un fiel retrato de aquella pantomima que el régimen puso en marcha. Uno de los momentos más diáfanos --además de divertidos-- es cuando Carlitos y sus amigos se van a ver al quiosquero don Cervan (Tony Leblanc), para que les ilumine un poco porque no entienden nada. Y don Cervan, con su habitual retranca, les cuenta que las elecciones buenas eran las de antes, las del tiempo de la República, en una de las cuales estuvo a punto de salir diputado de la CEDA por Albacete. Y añade, con gran dignidad: "Nosotros prometíamos pan". ¡Ah!, de piedra se quedan los chavales ante promesa tan humilde, tan discreta, tan insignificante. Y uno de los niños, atónito, exclama: "¿Pan? ¿Pan con qué? ¿Con mortadela, con membrillo...?" Meditable lance. Ahora que nosotros también estamos en plena campaña electoral, cabe preguntarse qué tipo de pan nos prometen los candidatos cuando salen por la tele en sus espots electorales. La verdad es que pan, lo que entendemos simple y llanamente por humilde pan, eso ya no lo promete nadie. Nuestros políticos hoy nos prometen, en lugar de un alimento, un paraíso muy elaborado. Josep Piqué nos promete seguridad; Carod-Rovira, proximidad; Pascual Maragall, cambio; Saura, más cambio, y Jordi Pujol nos dice que debemos confiar en Artur Mas porque él confía en Mas, y se abrazan. Hombre, son propuestas todas ellas estimables. De altos vuelos, qué duda cabe. Pero quizá les falta ese punto garbancero, comestible y que tanto agrada a las masas. Eso que tan bien le resumía el chavalín de Cuéntame cómo pasó a don Cervan: "¿Pan con membrillo o con mortadela?".