--Esta temporada ha currado con muertos.

--Sí, sí. La familia ha evolucionado y hay que sacar dinero de debajo de las piedras; y entre el hijo, que sabe mucho de trampas, y mi personaje, que es un experto de toda la vida, hemos acabado descubriendo el gran filón del más allá. Como la gente se muere, hay que enterrarlos, y nosotros lo hacemos. No solo personas, sino animales y cualquier cosa, sin licencias.

--Pero luego todo les falla.

--Siempre hay alguien que gasta un dinero que no debe, una competencia que nos hunde. Siempre aparece algún problema.

--¿Hay familias como la Mata?

--Yo creo que sí debe haber familias así, que viven a salto de mata pero que, en el fondo, no pueden vivir los unos sin los otros, que han montado un grupo homogéneo que se defienden unos a otros.

--¿Está satisfecho de la serie?

--Muy contentos, tanto Marisa Porcel como yo, que ya se sabe que venimos de una serie en la que llegaban los guiones por la noche y cuando acababas de grabar había otras dos secuencias preparadas. Aquí nos dan los guiones con dos semanas, no hay prisas y se graba cuidándolo todo muy bien. Vengo contento a trabajar todos los días.

--Después de tanto tiempo juntos Marisa Porcel y usted, ¿cómo llevan la pareja?

--Muy cómodos. A la gente le gusta la pareja que formamos porque, aunque estemos siempre discutiendo, emanamos mucha ternura. Y parejas así hay muchas en este país. Nada más leer una secuencia ya sabemos la cara que hay que poner, los gestos, las miradas, porque ya es un poco nuestra propia vida. Ya llevamos 10 años juntos.

--¿Todavía siguen apareciendo en Escenas de matrimonio?

--Hasta hace poco, al menos sí. Siguen poniendo las cosas que hicimos, refritos que camuflan en escenas de 40 segundos. Son hábiles los programadores.