Karlos Arguiñano es un buen comunicador y, además, trasmite cultura. Nos introduce en los secretos de la cocina sin pretensiones. Su espacio, en TVE-1, se ha convertido en un modelo, que refrenda a diario su numerosa audiencia.

¿Cuál es la clave del éxito? Muy fácil: hace sencillo el arte de cocinar. Defiendo estos programas porque hay que poner freno a hábitos nefastos en que las comidas rápidas, semipreparadas, congeladas y liofilizadas campan a su aire. Una sociedad incapaz de apreciar las bondades de la buena cocina es una sociedad que pierde la sensibilidad por su entorno.

Qué deleite verle preparar los platos, comentar las cualidades de un buen postre con su hermana Eva o las bondades de algún producto con Juan Mari Arzak.

Los que piensan que este formato de programas sólo interesan a las amas de casa están muy equivocados. Propongo un reto a las cadenas, que programen un espacio similar en horas de máxima audiencia y apuesto a que habría sorpresas. El universo del fast food también tiene límites.