Los Alcántara volvieron esta semana a ir de boda en el estreno en TVE-1 de la 20ª temporada de Cuéntame cómo pasó, con un episodio en el que Toni y Déborah protagonizaron en Londres una accidentada ceremonia por el rito judío. Pablo Rivero, el actor que interpreta al hijo periodista de Antonio y Mercedes, adelanta que su personaje vivirá una crisis profesional y personal en los nuevos capítulos.

-El año pasado fue la gran temporada de Carlos y Karina. ¿Es esta la de Toni y Déborah?

-No me lo había planteado así. Sí que nos han dado una trama muy chula y, como la relación de Toni y Déborah da un paso más, tenemos más opciones de demostrar cosas. Pero no es que de repente tengamos protagonismo ahora, sino que estamos recogiendo los frutos que hemos ido sembrando.

-Toni por fin pasa por el altar, pero ni en su gran día se olvida de su trabajo como periodista.

-Sí, en la boda surge el tema de la liberación de Emiliano Revilla, algo que trae a colación uno de los conflictos que tendrá Toni a lo largo de la temporada: aunque está muy bien en el Telediario, también quiere salir a la calle, estar al filo de la noticia y conseguir una exclusiva como la de Revilla. Además, pasa todo lo de Pilar Miró en TVE, hay un cambio de plantilla y él pasa a las mañanas.

-Vamos, que tiene una crisis profesional.

-Y personal, porque Toni y Déborah por fin se deciden a ser padres y les costará más de lo que esperaban.

-¿Cree que su personaje ha vivido un resurgir con la llegada de Déborah?

-Creo que Toni tuvo un resurgir cuando decidí volver después de irme de la serie. Me fui porque mi personaje estaba muy estancado en algo que habíamos hecho muy bien, pero que no le hacía crecer. Los guionistas se lo curraron mucho para pensar en algo que me atrajera. Vieron la comedia que tengo y empezaron a plantear una comedia de situación hecha en serio, primero poniéndome una novia como Déborah y, luego, con las situaciones que vivía en los informativos, como cuando me agobiaba y me salía un sarpullido en directo.

-Y todo eso coincidió con la llegada de Paloma Bloyd a la serie, que interpreta a su novia británica y judía, Déborah.

-Sí, y la relación con Déborah es un acierto en el que contribuye no solo cómo han escrito el personaje, sino también el tono que le ha dado Paloma.

-¿En qué sentido?

-Porque, a veces, por la forma en la que está escrito el personaje de Déborah, al principio te puede caer mal, pero ella lo hace de una forma que ayuda a que la entiendas. Así que tenemos a un personaje como Toni, seguro, supercabezón y concienzudo, y llega una tía que le da mil vueltas en muchas cosas y, de repente, le vemos mucho más patán, torpe y más machista de lo que él pensaba. Todo eso favorece al personaje.

-Toni es el que está llevando a la serie el peso de los acontecimientos históricos, gracias a su profesión de periodista. En el capítulo de esta semana, cubre la caída del Muro de Berlín.

-Ha sido una gozada grabarlo, aunque ha sido complicadísimo. ¡Me he tenido que aprender las crónicas de tres páginas y explicarlas como si estuviera en directo de verdad!

-La pregunta del millón: ¿hasta cuándo tendremos a los Alcántara?

-Hasta cuando quiera la gente. Unos nos iremos, otros volverán, otros vendrán… Aunque falte gente, la serie está siempre viva.

-Hablando de despedidas... ¿No ha sido raro rodar sin Ricardo Gómez, Carlos en la serie?

-Al final los actores no siempre coincidimos. En lo personal, el hecho de que se fuera no es que nos haya unido más, pero intentas tener más contacto. Por eso no tengo esa sensación de que no está Ricardo. Sí que se hace raro cuando nos hacemos las fotos de promoción, pero si te fijas, solo nos juntamos para comer en casa de los Alcántara. Desde hace un tiempo nos juntan más porque funcionan los conflictos cuando interactuamos todos, pero ha habido temporadas en las que hemos estado un poco desperdigados.