La 2 despidió anoche A dos metros bajo tierra , serie insólita para los tiempos que corren: es sarcástica y cruel con aquello que la sociedad tradicional considera sagrado (la familia) y tabú (la muerte y el sexo). De entrada, la trama fascina: todo gira alrededor de la funeraria que regentan una viuda y sus tres hijos, que viven en el piso de arriba (se mezcla el olor del formol con el del pollo rustido, y los lloros de un responso con las risas de una celebración familiar). La mujer, desmelenada tras enviudar, no entiende a sus vástagos: un treintañero con complejo de Peter Pan; un homosexual que se debate entre sus bajas pasiones, su amor por un fornido policía negro y su profunda fe cristiana, y una adolescente que va al cole en un coche funerario verde. Y flotando entre ellos, la muerte, que les lo que les da de comer. Puro sarcasmo.

La serie ofrece una visión corregida y aumentada de lo que su autor, Alan Ball, entiende por la belleza americana, y que ya plasmó con cruel exactitud en American beauty . Aquí, país de Médico de familia , Ana y los siete , Los Serrano y Cuéntame ..., qué tele emitiría una belleza española.

Por ahora, habrá que conformarse con esperar la nueva entrega de A dos metros bajo tierra .