En Colombia existe una congregación de monjas, todas ellas muy jóvenes, que pasan el día entre guiones, cámaras y sets de montaje para difundir, de forma entretenida, el mensaje de Dios a los cuatro vientos. Forman una productora, Boiteia, venden sus seriales a televisiones católicas de todo el mundo y son solo un ejemplo de como la Iglesia, maestra durante años en el arte de comunicar, ha decidido, en estos tiempos en los que no abundan los fieles, poner a trabajar a todo su staff para, a través de la televisión, poder llegar a todos las esquinas del planeta.

De hecho, en Madrid se celebra hasta hoy el primer congreso mundial de TV católicas, en el que participan 150 cadenas y productoras de 50 países, con el objetivo de crear una "red de emisoras, una especie de mundovisión católico, con un ideario y una línea de actuación conjunta", según el secretario de comunicación de la Conferencia Episcopal Española, José María Gil. En el congreso participó ayer el nuevo portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, quien defendió "la colaboración" entre todas las cadenas católicas "para construir la Iglesia de nuestro tiempo". "La comunicación sirve para la comunión", argumentó el jesuita.

Lombardi dirige el Centro Televisivo Vaticano (CTV), una cadena que surgió por iniciativa de Juan Pablo II, el Papa más mediático, en 1983. Hoy en día, con tan sólo 13 cámaras, no sólo retransmite diariamente los eventos de la Santa Sede sino que proporciona sus imágenes, vía satélite, a otras televisiones del mundo.

PRESENCIA ESPAÑOLA

Al simposio asistió también EWTN, una cadena por cable estadounidense que llega a 127 países, entre ellos España, y la española Popular TV, que puede encontrarse en los canales de Digital Plus y la Televisión Digital Terrestre.

Este tipo de cadenas se caracteriza por ofrecer, además de ceremonias religiosas, documentales, películas y dibujos animados educativos, sin violencia y nada de sexo. Por ejemplo, la gerente de la cadena panameña TETV, Teresa Wong, explica que censuran los arrumacos subidos de tono incluso cuando son en un matrimonio.

El simposio, como sucede con todos los congresos, ha servido para hacer negocios. Las televisiones han podido compartir ideas para rellenar tantas horas de parrilla únicamente con espacios que difundan el humanismo católico y las productoras han aprovechado para vender sus programas. Por ejemplo, las monjas colombianas de Boiteia Producciones confiesan haber tenido bastante éxito. Su serie estrella es De corazón a corazón , que cuenta las peripecias de una joven que pide consejo sobre todos sus problemas cotidianos, con su novio, amigas y familia, a una madre espiritual, interpretada por la madre superiora de la congregación religiosa.

Esta hermandad, formada por 23 monjas cuya media de edad es 25 años, vive por y para la televisión. Ellas inventan los guiones de las series, las interpretan, las graban y las comercializan. Para ello, unas han recibido cursos de producción de radio y televisión y otras ya se habían formado antes de ingresar en la orden.