Como se suele decir, les quedan tres telediarios. Ayer, durante todo el programa (Caiga quien caiga , Tele 5), las alusiones al cierre por parte de los propios damnificados fue constante. Uno de la banda, Javier Martín, exclamó al comenzar: "Desmentimos el rumor que ha circulado en las últimas horas: el "CQC no regresará en enero, ni nada", y se puso a teclear en una máquina de escribir su correspondiente currículo. O sea, buscando trabajo. Y en un momento en que la cámara pilló a Wyoming y a Juanjo de la Iglesia haciendo la siesta, se escuchó que soñaban una pesadilla en voz alta, y decían:

"¡Despido no, despido no!", y se agitaban. No es una buena noticia para los televidentes que echen el cierre a la sátira. No se puede acusar, además, a esta banda, de haber mordido de forma sangrante y desgarrada. Ironizaban, eso sí, con un punto de causticidad. Pero no descuartizaban a nadie. Por ejemplo, la sección que inauguraron ayer, con Ana Botella de protagonista (Simplemente Ana ). Fue muy respetuosa y educada. Se limitaron a pescar en el archivo aquella sección televisiva que hacía doña Ana tiempo atrás, cuando su marido hacía oposiciones a presidente de Gobierno, y la pespuntearon con el punto de sal que le faltaba. O sea ,que no nos lo explicamos. Mal asunto cuando se liquida hasta el simple humor picante. No sé si habrán considerado los censores que el primer incomodado con este cierre va a ser el Rey. Juan Carlos I era un entusiasta de esta banda. Cada vez que los veía, pasaba del protocolo y se acercaba a ellos con una alegría bárbara. No hacía falta llamarle. Iba por su pie en busca del ardiente calor de los sátiros. Y disfrutaba. Dice mucho en favor del Rey esta actitud, que ahora la caverna se dispone a clausurar.