Nos gusta en casa El guiñol de Canal Plus, no sólo porque es el mejor retrato televisivo de lo que de verdad pasa, sino también porque escancia y reparte corrosiva sátira allí donde más lo necesitan, o sea, ahora mismo, en el trío Rodríguez Zapatero, Jesús Caldera y Pepín Blanco. El otro día, a este terceto les hicieron salir vestidos con las hojalatas de El mago de Oz, y Michael Robinson les recibió gritando: "¿Cómo están ustedes?". Ellos contestaron: "¡Biennn!", y se columpiaban en un clima de infantil ingenuidad. Luego les preguntó Michael qué sabían de los felones excompañeros de la Federación Socialista de Madrid. Con cara de gran sorpresa, contestaron: "Nada de nada, oiga, nada de nada". O sea, como extrañándose de tanta fatalidad. Y con una pena muy grande, el terceto puso cara de resignación, disimularon, y el patetismo que destilaban era grande. Buen ejercicio el de El guiñol . En las filas del Partido Popular pasa por ser este programa un instrumento del Partido Socialista para desacreditar a Aznar, a Cascos, a Rajoy y, en general, a todos los que bajo las alas de la gaviota campan. Hombre, aunque después de lo del chapapote, lo de Irak y lo del AVE, el descrédito no se lo va a discutir nadie, en este ejercicio sobre el trío de hojalata el PP tiene la prueba de que El guiñol sabe repartir con un equilibrio justo y ejemplar. Necesita ahora mismo el Partido Socialista, en efecto, alguien que le ponga un poco de vinagre, y no pomada, en la herida que los dos puñales les acaban de atizar. La terapia de los muñegotes, con su contundente retrato sobre brecha tan sangrante, es en realidad la aplicación exacta de aquel extraordinario método que inventó el doctor Trueta en la segunda guerra mundial. A saber: meneo sobre la herida, sin contemplaciones, con cepillo duro, y aplicación inmediata de corrosivo desinfectante. Con este sistema, aquel célebre doctor consiguió éxitos fenomenales. Se recuperaban los heridos enseguida. Incluso los graves.