Durante 35 años, Carmen Sarmiento ha hecho en TVE un periodismo apasionadamente comprometido con los desheredados del mundo, especialmente con las mujeres, la misma actitud con la que esta noche afrontará su último trabajo. En él se denuncia la situación de los niños de la calle de Tanzania, las mujeres indígenas panameñas, los avasallados por la globalización y las mujeres prostituidas de varios lugares del Tercer Mundo, entre otros temas.

Sigue insistiendo usted en sus preocupaciones de toda la vida.

--Me voy defendiendo los mismas cosas por las que he luchado siempre. Creo que en estos documentales se rompe una lanza por los pueblos indígenas. Y por las indígenas, las más discriminadas entre los discriminados.

¿Han sido años fáciles?

--Ha veces ha sido difícil conseguir lo que quería. En la videoteca de TVE duermen el sueño eterno algunos documentales que fueron prohibidos en la época franquistas, como uno sobre el divorcio, un tema que hace 30 años parecía algo tremendo.

--Al acabar un documental, ¿qué prima en usted, la indignación o la compasión?

--Toda mi vida me he sentido permanentemente indignada ante la injusticia. Gracias a ello he podido hacer este trabajo tanto tiempo, pero qué duda cabe que la compasión, en el sentido literal de acompañar a los demás en su dolor, me ha acompañado también muchísimo. Cuando me he visto frente a un drama, primero he pensado siempre en el que sufre y no en dónde poner la cámara para captar las imágenes.

¿La caridad y la compasión pueden sustituir a la justicia?

--Soy una mujer de izquierdas, creo en la revolución y sigo luchando por la justicia y el cambio de las estructuras, lo cual no significa que no haya situaciones que no se pueden cambiar a través de ayudas al desarrollo, por ejemplo. La caridad de siente un pobre a su mesa me parece fatal y nunca hablo de ella, pero creo que la compasión y la solidaridad pueden ser útiles.

¿Qué siente en la hora de la despedida?

--Me voy emocionada, porque concluir una carrera siempre produce un punto de nostalgia y de dolor.

¿Cómo ve la televisión?

--Hay muchas cosas que no me gustan. Veo a colegas, cuyos nombres no voy a decir, con los que no me siento identificada, porque hacen un tipo de periodismo sensacionalista que me repugna.

¿Qué va a hacer ahora?

--Siempre digo que me prejubilo de TVE, pero no de la vida. No me voy a quedar parada, seguiré dando conferencias y escribiendo.