Esta es la historia de dos gemelos que fueron separados al nacer y que nunca han sabido nada el uno del otro. Ha pasado el tiempo y ahora los dos son ya adolescentes. Jake se ha convertido en un excelente estudiante (su fuerte son las matemáticas). Es generoso, cariñoso, amable, romántico... todo lo contrario que Blake, una estrella del pop, vanidoso y egoísta donde los haya. El destino vuelve a unirlos y ambos deciden cambiarse los papeles. El pacto está hecho. Empieza la aventura. Empieza Jake & Blake . Su protagonista, Benjamín Rojas (Buenos Aires, 1985), un actor de increíbles ojos azules, nos lo cuenta.

--¿No resulta desquiciante dar vida a dos personajes tan diferentes al mismo tiempo?

--Un poco, pero no terminé viendo doble (risas). Es algo que requiere mucha concentración, eso es cierto. Antes de empezar la serie, lo que intenté es conocer mucho a los dos personajes. Viajé a Nueva York (la versión original de Jake & Blake es en inglés) y tuve una supervisora para conseguir un buen inglés. Después, traté de armar bien la psicología de los dos personajes. Y entonces, cuando todo esto estaba ya listo, empezamos a grabar. Yo no era el único en aportar ideas. El director también me decía a veces: "Esto que estás haciendo es más de Jake, no de Blake". La premisa principal es que son dos chavales bien distintos que, ante una misma situación, reaccionan de forma diferente.

--Personalmente, será más afín a Blake, el chico malo, ¿no?

--¿Por qué?

--¡Usted es actor!

--Risas. Bueno, reconozco que al principio me costó más dar vida a Jake, el tranquilo. Me costó más trabajo encararlo. El otro, Blake, me resultaba más fácil. Es una superestrella que vive en una mansión y tiene admiradores. Es un juego más grotesco.

--Hablando de valores, ¿le preocupa que la serie transmita que es mejor ser un famoso vanidoso que un pringado y aplicado estudiante?

--Es que eso es lo bueno. Ese no es el mensaje de la serie. La prioridad es que la audiencia se divierta, hay que tener en cuenta que no estamos haciendo un documental sobre la vida de una estrella. Pero es cierto que al final de cada capítulo hay una moraleja. Las personas que rodean a Blake siempre le terminan enseñando que da igual quién seas por fuera, que lo importante es tener cosas dentro.

--¿Cree que eso sucede en la vida real, que nos fijamos en el interior y no en el exterior de las personas?

--Totalmente. El que no se fija en eso es que vive en un mundo superficial. Puedes estar con un supuesto número uno, pero al segundo día te das cuenta de que es un tarado. No sé cuánto tiempo se puede aguantar eso.

--Entonces, ¿la televisión tiene también funciones pedagógicas, además de entretener?

--El grupo Cris Morena, la productora, siempre trató de demostrar eso, pero a veces es difícil. Con Rebelde way ya nos pasó. Nosotros grabábamos historias que no nos parecían polémicas, sino naturales, cosas que a cualquiera le pueden pasar en el instituto. Mostrábamos el conflicto, pero también la solución, la moraleja. Lo que pasa es que mucha gente se queda en el problema.

--La audiencia joven es más agradecida. No suele poner tantas pegas.

--Efectivamente. Con Rebelde way los que más se quejaban eran los adultos. En Israel, Ucrania, España... En todos esos países la serie gustaba mucho y la gente joven estaba de acuerdo en que esas historias que contábamos suceden de verdad a los chicos.

--Tiene 25 años, pero da vida a un adolescente. ¿Saca su lado Peter Pan para interpretar a Jake y a Blake?

--Vaya, me está llamando viejo risas. Una cosa es cierta: para dedicarte a esta profesión tienes que ser un poco niño. Me he sentido muy bien. Soy una persona madura, sí, pero cuando grabo la serie pienso como una persona de 16 años. Es mi trabajo.

--Desde niño ha conocido el éxito y la fama. ¿Cómo lleva ser un ídolo de masas?

--A veces hay un fanatismo excesivo, pero yo estoy muy agradecido a toda la gente que me ve y apoya mi carrera de actor. Lo que pasa es que la fama, a veces, asusta. Creo que muchas fans deberían buscar el punto justo. ¿Tienen que pasar dos noches de guardia en un hotel? No sé... Está bien que disfruten de su ídolo, que vayan a verlo, pero más no.

--¿Ha llegado a odiar a alguna?

--No, pero he tomado mis precauciones. Siempre hay alguna chica más fanática que otra que te persigue hasta la puerta de casa, que te toca el timbre y que está ahí, esperándote. En ese caso, creo que lo mejor es explicarles que todos tenemos derecho a nuestra vida personal.

--Para terminar, disculpe una pregunta personal, ¿los ojos tan azules que tiene son heredados de su madre o de su padre?

--Risas De ninguno de los dos. Son de mi abuela.