Desde su estreno en el festival de Sundance el pasado enero, el documental Leaving Neverland ha causado discusiones de todo tipo, incluso entre gente que no había visto la película. Y tras su estreno en televisión (todavía se puede cazar en Movistar+ bajo demanda), esa conversación solo podía expandirse. Su director y productor es el realizador británico Dan Reed.

-¿De dónde surgió la idea?

-Fue casi por accidente. Estaba desayunando con un ejecutivo de Channel 4 [coproductora del filme] y hablábamos sobre historias que habían quedado por resolver. Surgió el asunto de Michael Jackson, en el que creíamos que había zonas de sombra. Le encargué a alguien investigar un poco y me habló de Wade Robson y James Safechuck, quienes, al parecer, tenían ganas de hablar sobre su experiencia. Contacté con sus abogados de Los Ángeles e hice la petición de entrevistarles.

-¿Cuál era su intención?

-Arrojar luz sobre las complejidades de la historia. No quería hacer un filme sobre Michael Jackson, sino sobre cómo dos familias se pudieron dejar seducir por un extraño. La seducción, la intromisión en la intimidad, todo lo que precede al acto sexual. Por otro lado, era importante escuchar qué pasaba detrás de la puerta cerrada. Porque de todo lo demás hay pruebas claras. Jackson salía por ahí con niños, dormía con ellos, todo eso está claro… Pero la historia completa tan solo la puede explicar gente como Wade y James.

-Sus testimonios son duros, pero no están exentos de reverencia y amor.

-Eso es lo que me hace creerles. Su ambivalencia a la hora de hablar de Jackson. El abuso infantil es algo muy complejo. Si alguien entra en tu casa y te asalta a mano armada, no vas a sentir afecto por esa persona pasado el tiempo. En este crimen se juega con los afectos, y la víctima, a pesar de ser eso, una víctima, se puede llegar a enamorar del perpetrador.

-Ha buscado la simplicidad en la puesta en escena.

-A mí me parece la mejor idea. Es algo completamente táctico, muy simple y decoroso. No quería hacer grandes exhibiciones porque yo no era el protagonista. El documental dura cuatro horas porque quiero que el espectador se sumerja en las historias de estas familias. Y para que el espectador entienda lo que pasó es necesario compartir mucha información, explicar muchos sentimientos. Es un viaje largo.

-¿Han cobrado algo Wade, James o sus familiares?

-Nada, ni un penique. Hace poco fue el cumpleaños de James y le invité a cenar. Eso es todo.

-La película está teniendo consecuencias. Algunas emisoras han dejado de poner música de Jackson. Y Louis Vuitton ha decidido no producir una colección inspirada en el artista. ¿Cómo recibe estas noticias?

-No sé bien qué pensar. Es un tema complicado. Yo no creo en hacer hogueras con los discos, en prohibir su música, nada de eso. Por otro lado, esa clase de gestos significa que la gente se ha tomado en serio lo que hemos contado. ¿Podemos cancelar las canciones? La música es un animal escurridizo, se cuela en tu cabeza sin avisar. Lo que hay que hacer es ser maduro y aceptar que el gran arte puede ser obra de personas con problemas.

-‘Leaving Neverland’ muestra a un grupo de personas que trata de reconciliar sus sentimientos conflictivos hacia Michael Jackson. Pasará lo mismo, salvando las distancias, con el público general.

-Es complicado para mucha gente. Lo que me cuesta entender es por qué tantos fans ven la película como un juicio paralelo. Lo más sencillo sería sentir compasión por estos dos hombres. Sus palabras son un gran apoyo para las víctimas de abuso infantil y les ofrecen un lenguaje con el que expresarse.